"No hay nada tan rancio,inútil, ocioso, y antimoderno como desarrollar étimos latinos hacia el español. Uno obviamente se da cuente de eso cuando hace un examen que va a suspender garrafalmente de Español en la Romania. Es que ni Quevedo utilizaría hoy en día la parodia abrasiva aprendiendo latín.
Hay algo de pésimo gusto en querer atrapar la imaginación eterna de los hablantes de una lengua,a través de los restos fósiles de cada piedra del templo sagrado de la imaginación de la lengua. Es un arte ocioso de mentalidad arriera.
Es como ver el cuerpo desnudo de una mujer con desgana, ya sin deseo después de haber hecho el amor con ella y te pones a describirlo mecánicamente como un fisiólogo.
O como cuando vas una catedral o un rascacielos que te ha impresionado, y llega un experto y te recuerda que no vale nada: los materiales son de baja calidad,el diseño es nulo,y se trata de sustituir el genio por la molicie.
No es extraño que los maestros supremos de la filología sean rancios en todo,que tengan un alma secular católica que recuerda a las ermitas medio abandonadas de los villorios castellanos y a las mujeres de pueblo llevando los carritos rellenos granates(si hubiese sido hace setenta años hubiese dicho esas mujeres de negro que llevaban ánforas de cerámica en la cabeza).
Cuando Charlton Heston congenió el género de aventuras con la metodología filología para filmar "El Cid" debió ver con cierta ternura a Menéndez Pelayo con su traje rancio, rodeado de un arte industrial y popular ya repetitivo pero aún lleno de vida.
Pobre Ménendez Pelayo por una vez en su vida que pudo servir para algo y generar dinero no le hicieron ni caso, el Cid de Heston tiene tanto del Cid,como las Walkirias de Wagner tiene tanto de las Walkirias vikingas.
Uno aún se pregunta por qué tuvo Menéndez Pelayo la ligereza de dar por válidos muchos argumentos absurdos pero llenos de fantasía de Lope de Vega del tipo de "Amar sin saber a quién". Uno se lo explica por esa indulgencia de las almas aburridas de carretero hacia una imaginación pródiga y llena de una pasión loca que ni siquiera se concreta en nada hasta el final.
Algún etimólogo eminente que he conocido de lejos recuerda a esos monjes de San Bénito de Liébana que parecen más indios de madera pero pálidos que los propios indios de madera.
Y en realidad gracias al cielo han fracasado.El estudio estricto de las palabras que crean necesarias imágenes mentales no explican la imaginación,y por tanto no la prevén. El proyecto es antivital y un tanto degradante,pero aún ningún potente programa informático ha dejado que sea imposible.
El deseo sigue existiendo.
La voluntad sigue existiendo.
La imaginación sigue existiendo.
Es lo más extraordinario que ha creado la Naturaleza,y con una exigencia económica mínima.
Cuando uno escucha un relato de una persona fantasiosa supone con coherencia cuánta vida real hay en su relato,cuanto son suposiciones autobiográficas y cuánto son suposiciones lógicas pero absurdas resultado de una falta de vivir la vida: cuanto hay de vital, de intelectual y de prejuicios morales.
La filología estudia la pasión, si preparas a la cobaya estudia muerta dentro de su jaula es positivismo europeo y si dejas que juegue libre saltando y bromeando es generativista y solo por su canto a la vida merece una oportunidad."
Todo esto lo escribí en sucio durante un examen de etimología latina,cuando acabé el examen en que me sabía garrafalmente suspendido,la profesora me pidió el papel en sucio,o sea que ya sabrá lo que pienso sobre su rama metodológica. Menos que un cero tampoco me puede poner,espero.
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