El desprecio hacia el fantasioso
Solo vuelve a la piltra de su cruzada
sin público el homeopático bufón,
las bellas con hastío en sudado colchón
le recuerdan pesadilla caducada.
Le cuesta eclipsar al sol de lo que sueña
nada es real en este Dios de ojo y herrumbre,
le corrigen en público hasta el "derrumbre"
para encararle su orgullo y su listeza.
El reloj no existe en su calavera
aunque le mire fija la niñera
que se traga hasta la hora de los niños.
Pero no reniega aunque todos le desprecian
del oro inventado que en la lluvia arrecia
ni de su espada orreosa ante el cariño.
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