Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 19 de octubre de 2015

Otro que me va a insultar.

      Cuando saco a mi perra para no tirarla mucho de la correa y no dejarle heriditas en el sobaco mientras me mira con ojos de profunda pena. Intento manipularla para que vaya en la dirección que quiero con comida,enseñándole a otro cachorro o llevándola cerca para que dé un brinco de pánico con los coches,o con los berridos de los motores. Es una técnica sofisticada que necesita pericia y una habilidad adquirida. Si no tiro fuerte de ella y la grito para disciplinarla con cariño. Y si me pone mucha cara de pena me da igual.
    Una peculiaridad actual es que el que quiere destacar no solo tiene que trabajar duro sino que aguantar algún tipo de insulto,como una penitencia en el fondo por ese agobio que supone para los demás que quiera ser el centro de la fiesta. Sin embargo, cuando alguien te da una ligera palmadita uno agradece la compensa al duro trabajo,aunque se da cuenta que no compensa.

Escribo en los foros de El Pais y casi nunca debato sobre todo en asuntos caldeados e improductivos como política donde nadie atiende a razones. Abro compuertas y suelto los comentarios. Cuando se trata de dudar de la categoría artística de los videojuegos o de de defender a la música cubana(lo que para muchos es como defender las torturas castristas) uno sabe que se expone al escarnio general.

Pero defender a la novelista Joyce  Carol Oates no debería serlo y sobre todo cuando plantea un argumento. Esa mujer frágil tiene una magnífica mentalidad retorcida que ha sabido contar las historias de la "gente honrada"que no quiere verse involucrada en los problemas que les rodean. Aunque  tirar un poco más fuerte de la correa de su mascota suponga salvar una vida humana. Si no quieren no tienen por qué hacerlo y están en su derecho.

En el mismo día la pantalla del ordenador me decía que ya tenía una respuesta. Y me preguntaba¿quién me insultará ahora?.  Estuve un día sin querer ver la respuesta la respuesta para no hundirme o no ponerme de mala leche. Pero pensaba en ella demasiado y no quería amargarme más. Pensar en ella mientras tiraba de la correa de mi perrita mientras miraba el mar y veía los cruceros pasar por la Avenida con los coches.

Abrí el foro de El Pais y ponía: "El libro se llama "Que fue de los Mulvaney" y coincido con su critica. Bonito libro si, intenso".

Y simplemente tras un mal día,vi que mi trabajo que nadie me había pedido y por el que nadie me iba a pagar estaba bien hecho.

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