El subidón del ataque de mala conciencia de Prometeo
Nadie rebaje con excusas
el ácido a la sonrisa súbito
De un ataque de mala baba,
Si robó el fogoso cúbito.
Como un grano de arena
rechina divinizado como héroe,
como si leyera pentagramas
en los pájaros con fiebre
Como un grano de arena
rechina divinizado como héroe,
como si leyera pentagramas
en los pájaros con fiebre
Y Prometeo creyéndose tan listo
Robó como Orfeo para nada.
Los hombres ya lo tenían
Querían ver lo genial en su mirada,
Como Scipión renegando
Lo puso en lo alto de la cumbre
Para que los trogloditas asustados
Pudieran admirarse en la lumbre.
Los dioses admirados en la ruindad
Le siguieron para humillarle,
Y él tuvo que volver a la cumbre
Para apagar su provocación.
Allí Eolo para evitar que bajara
Sopló para que cayera del vértigo
Y Prometeo tuvo que encadenarse
Cuando abusó de Hefesto siendo clérigo.
Hasta allí fue el águila de Tifón
Para devorarle la resaca del hígado
De héroe tan sin noción.
Cuidado del ejemplo de Príapo.
Pero al ver tras los
siglos
A aquel dios tan ocurrente
Los hombres creyeron con sigilo
Su mentira nuevamente.
Y el encanto impertinente
Del Dios y su dolor sin sentido,
Hizo que se abriera su cárcel
Para que inventase cuanto hizo.
Los fragmentos de su ojo
No pueden ver y su leyenda
No puede incumplir su contraste
De carroña mustia en ofrenda.
¿Y cúantas mentiras de mirada baja
No están llenas de amor cómplice?
obstáculos que sirven
para que el amor
no chirríe los dientes óbice.
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