Al escritor compulsivo. 
                                                " Cuando llegué a la prisión psiquiátrica un psicópata
                                                 puso música de Bach porque estaba enamorado de mí,
                                                 pero yo le cogí miedo y por primera vez quise matar..."

Cuando por fin Leopoldo María Panero se dejó morir
en El Mundo escribieron la posibilidad de un autor.
Algo brutal, directo, para si alguien tenía paciencia
de ordenar tantas ideas sacadas de la muerte.

Hacía lo posible para tener algo real que echar en cara
y nunca se atrevía a hablar bien de sí
delante de su padre.
Aquel mala bestia y canalla.

Somos aquello que no hemos podido ordenar
cuando aprendemos a soñar otro idioma
y de la misma manera somos la limosna robada
de lo que no hemos podido destruir.

La mujer amada era fácil de amar
pero se ansía siempre la imposible,
y cuando aprendes a sostener un palo
es fácil ganar dinero.
Pero tu padre vago no te enseña a sostener un palo.

Cuando te dan la explicación facilota en la autoescuela
uno hace preguntas difíciles para complicarse,
¡ porque el examen no puede ser tan fácil!
y al final suspendes por obviedades...
y si te preguntan cómo te fué a los que deslumbrabas
tienes que mentir y después miras el coche aparcado.

Con un pié en el cadalso
viendo el garrote sin grandeza
como si fuera un payaso

ya llega la muerte sin excusas
y no hay tiempo para...
grandes ideas sin esclusas.

No hay tiempo para amores
ni grandes historias
para engañar a los matones.

Me bajaré de los hombros
si dejas tus cadáveres profundos
con un perdón sin gozo.

Y en la noche el tormento
de los pasos dudosos
sirve al recuerdo de escarmiento.

Ya está todo dicho y escrito
y si no me esforcé mucho
lo contará el plasta grillo.

Todo desgarbado y confuso
sin réplica a las mentiras
será herencia este abuso.