Huir de la gente agita un racimo hueco
en la canícula que tanto prometía,
el rascacielo sigue alzando una vía
para que las cigüeñas no emigren su eco.
No oír el mérito, no replicar al insulto
injusto, no atreverse a confesar el desprecio,
no trabajar ilusionado al justiprecio
y no ver sino el prisma más de lo injusto.
Con el calor amnésico del tomatero
la grava del sol del invernadero,
como un niño en abandono y su mano suelta.
Quiero amar,quiero trabajar duro y un hogar
y que los perros sanguinarios puedan amar
como quien tras tanta matanza esta de vuelta.
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