El Amor sensual al Idioma.
Hay que amar el idioma como aquel soldado encontrado en postura de guardia entre las cenizas de Pompeya. Los arqueólogos se preguntaron cómo explicar aquella postura mientras la lava arrasaba Pompeya. Y resolvieron que como nadie le dió permiso se mantuvo firme haciendo la guardia.
El idioma no es sólo un instrumento que usamos para comunicarnos. Es el estrato mental de tierra de nuestra forma de ver el mundo, y de llenar de éter el mundo.Traducir una relación de palabras necesitaría una explicación subjetiva de los sentimientos a que nos remiten, una lengua mal usada es como un trapicheo cómplice de dos proxenetas.
No es la técnica, la técnica no explica el mundo. Apenas entiende una parte de cómo reacciona. Es un paso previo y ambas se necesitan.
Nuestro idioma es nuestra forma de expresarnos y de pensar. Tal vez recordemos a través de imágenes. Sobre todo de imágenes llamativas, "ojos que no ven corazón que no siente", pero el sentido que le damos sólo puede darse por el lenguaje. Y en especial por la lengua.
El estudio de la lengua tiene una gradación que empieza en la filosofía y la psicología, sigue en el lenguaje y se desvirtúa para siempre en el periodismo y en su relación con la Realidad y la Historia, los nuevos Cator y Pólux,sin que ninguno sepa cuál es mortal y cuál no.
O sea, de lo íntimo a lo general.
Hablar mal nuestra lengua materna es como estar casado con una muñeca hinchable por muy exacto que sea nuestro conocimiento de la realidad. Será un conocimiento más subjetivo y teológico que real y psicológico. En humanidades toda verdad es intersubjetiva y lo intersubjetivo hay que recalcarlo con precisión.
No es casual que podamos retorcer las premisas de cualquier lenguaje artístico con intenciones vanguardistas, y que hagamos lo mismo con el idioma aunque sin esas intenciones.
Pero la lengua es un instrumento más delicado y su uso inadecuado,la arbitrariedad socava el nudo sagrado que puede explicar lo más peculiar de un sentimiento con su profundidad esencial.
Pero al volver inteligible el mundo y nuestros sentimientos con una entonación y tres palabras ya explicas la cuerda que te ata al mundo como un náufrago a un barco. Por ejemplo, ¿ cuántas veces en un debate te cortan la frase cuando sólo has dicho cinco palabras ven la dirección de tu argumento?.
Los hispanohablantes solemos ser sensuales, no podemos amar algo que no acariciamos con fuerza,necesitamos restregarnos en la arena. La lengua son los pechos de la mujer que no ha tenido hijos. O sea es una extraña sensualidad que no crea nada porque no somos fantasmas.
Ser preciso es saber pensar. Uno puede tener imaginación, pero si no tiene exactitud y coherencia se puede morir de una actitud teológica o aristocrática de la arbitrariedad del lenguaje.
George Steiner traductor recordaba en "Después de Babel" que la gran filosofía se gestó en la Antigüa Grecia y en Alemania por la sutileza léxica de sus idiomas. Y usan esas sutilezas hasta los jóvenes porque son respetuosos con el idioma.
¿ Por qué los hispanohablantes perdimos el amor por el idioma?
Costumbre de "la teológica" católica, por la verborrea general de las numerosas dictaduras, por el gandulismo o la costumbre de imponernos a gritos sin necesidad de hablar correctamente o el analfabetismo de siglos, es difícil aventurarlo.
Tenemos la suerte de hablar un idioma universal y nos negamos a usarlo con su máxima dignidad.
No lo hablamos con exactitud, es falta de amor.
No decimos enciende el televisor o conecta el televisor, decimos pon la tele.
Nos reímos del que dice las cosas bien. ¡ Qué fino! ¡qué pijotero es!,¿ DE QUÉ VA ESTE SABIHONDO de los cojones?.
Qué términos más delicados en alemán como tener extrañeza de la cama o wunderlich en el sentido de extraordinario y de raro.
El idioma no es un martillo oxidado tirado en el garaje con otras herramientas, es el incienso y las palabras rituales para invocar a los dioses.
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