Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 12 de junio de 2014

Los 50 céntimos de deuda de la cueva de Altamira en el 15.000 años antes de Cristo

En la cueva de Altamira no se autorretrató  ni un solo pintor de los que de rodillas revivían contra la roca el vértigo de la caza del búfalo. ¿Quiénes fueron los magos sin secretos del sortilegio?
La cueva de Altamira parece el graphitti en una época de lucidez de un loco, con hambre o entusiasmo por cazar. ¿ Nadie se sorprende de un momento de lucidez de un loco primitivo que no pudo entender la naturaleza? ¿ Cómo es posible que al ver un búfalo de casi 1, 90 de altura en vez de querer reflejar su enormidad quisieron reflejar su color, su fuerza, su volumen al respirar o sea su vida es esto propio de un ser primitivo?
 Los cazadores están peleándose entre sí para quedarse antes con la pieza y ayudándose para matarla. Parecen dos borrachos tirados en los bancos de un parque que se dan trompadas con la cara a un lado y a otro, porque uno le debía al otro 50 céntimos y de pronto paran,se ponen a saltar coordinados porque ven a un incauto desde lejos con cara de niño gilipuertas al que pueden sablear 15 euros,o sea un búfalo,el búfalo.     Al final va a ser que hasta los seres primitivos tienen espíritu.


 Las pinturas están metidas en una cueva y uno si entra de casualidad está obligado a tomárselas más en serio que si estuviera en un museo. Aún hay  algo de luz a lo lejos y como se sabe en su época estaban más cerca del mar del par de kilómetros de los que están actualmente.
Es el movimiento, la fuerza, el volumen y el constraste por los bultos de la piedra de los animales lo que persiguen no su descripción. Quieren ver sus músculos mientras respiran, cómo se mueven cuando reaccionan a las lanzas y en posiciones apretadas aquí aún no hay Dios, ni hay identificación con el animal. Todas esas perversiones de la civilización vendrían mucho, mucho después.
En arte uno recuerda esa intensidad de remarcar sentimientos por primera vez casi en el arte paleocristiano y no precisamente sanos ni de potencia sino de vergüenza, humildad, mansedumbre dolorida. Aquí hay una tradición de miles de años de un sentimiento de entusiasmo.

     Aunque destacan el óxido de los búfalos europeos son los ciervos y las cabras en las que casi nadie se fija los que más abundan. Es increíble como han usado todas las artimañas artísticas posibles sin estudiarlas: hicieron simples rayones aprovechando las grietas. Usaron piedra seca y algo porosa donde se conserva mejor el dibujo.
Aprovecharon los bultos de las piedras para dar relieve a los dibujos pintados con una fuerza desmedida teniendo menos respeto que algún expresionista suicida alemán por "abusar"de los sentimientos confusos y el impacto del contraste y el volumen de los búfalos.
Durante siglos y siglos las grandes civilizaciones tuvieron más respeto por la falsa perspectiva donde el tamaño de cada personaje revela su importancia social que su importancia sentimental.

En Altamira todo es arte, sensaciones y realismo de la caza. ¿ A base de variaciones de búfalos no han conseguido los aborígenes dar sensación de vértigo y confusión cómo lo tendría su caza? No han abusado de todos los escasos medios que tenían buscando una extraña trascendencia a todo aunque miren a sus animales sin respeto. Sólo la civilización separa en efectos abusivos o de mal gusto y los efectos depurados. Sólo hay efectos y una mente humana que siente.

 A veces no son más que filamentos y lineas kafkianas que expresan entusiasmo de vida, concentración para prever cómo reaccionara el animal o alegría de vivir y cazar dando tumbos. ¿Es la muerte de la conciencia de un protagonista que se ha separado por fin de los demás? El hombre sólo es sensación y vista apenas aparece, tiene su sitio pero se deja al margen de la foto a la que da un sentido oculto. A la que pone potencia.

Me encanta la gente que trabaja duro sin esperar agradecimiento sin recompensa.
No las madres coraje manupuladoras, sino las madres coraje que enseñan a sus hijos a ser independientes y asumir responsabilidades y a ligar y a vivir. Y a los recogepelotas de los clubs de fútbol olvidados que están 50 años recogiendo balones y un día se jubilan. Y los jugadores estrellas un día se dan cuenta que ellos tienen que cansarse para ir también a buscar los balones que tiran lejos por hacer la gracia. Y entonces miran al horizonte y echan de menos a aquel desconocido sin nombre.

El artista de Atapuerca ni siquiera sería el hechicero ni el jefe del grupo sino un artesano más, aunque su obra perduraría más y no tenía una utilidad evidente sino la magia contundente de la pintura. Hizo suya la piedra con el color e hizo sentir  siglos después que había que mantener aquellas figuras. Que había que mantener el vértigo de la caza. Que los búfalos tenían que seguir corriendo en aquellas cuevas. No se quiso representar la realidad sino los sentimientos de la caza de forma instintiva. Se acordó mejor de los animales que de los héroes cazadores y ni siquiera representó a un solo pintor de aquellas proezas.

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