Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

miércoles, 11 de junio de 2014

La mujer que miraba la autopista (por supuesto basado en hechos reales)

No le importaba un carajo que su padre hubiese muerto atragantado por culpa de su cuñado Germán que no cortaba los trozos de chorizo pequeños para que su padre pudiera comerlos. Y le fastidiaba mucho tener que ir al velatorio para verlo. Con 30 años y sin haber acabado la carrera de audiovisuales que para colmo apenas tenía salidas profesionales no quería encontrarse con ingenieros de todas las ramas.Ser agradable con ancianas, amigas de la familia, a las que no conocía .Sólo quería un trabajo y que la amaran sin tonterías.
- Sé que sientes mucho la muerte de tu padre. No sufras.

Y su cuñado se restregaba sobre su cintura y sobre su espalda ante su asco. A Mercedes Álvarez le pareció acoso pero no quiso armar una bronca en aquel momento porque sentía que nadie la entendía. Desde la Garita un pueblucho costero de grandes casas se fué a la Universidad Complutense de Madrid. Y se chifló. Ahora que volvía a la islita de mierda con poca vida social entendía el embrujo de Madrid que le había hecho caer en demasiados amores de cafetería de universidad y de bares a última hora. No se arrepentía de ninguno, de nada. Veía aquel ambiente turbio de discoteca como la auténtica vida de diversión frente a una vida de contenido de trabajo que no llegaba. Pero veía a sus amigas algunas con hijos y hubiese preferido otra cosa.
Ahora lo veía claro con nervios y con ganas de llorar mientras miraba los coches con un destino por la autopista rodeada de tierra árida. Porque Mercedes Álvarez sentía que volvía a tener ganas de llorar por motivos auténticos. Nada que ver con la estupidez de su padre aunque lamentaba que el mala bestia de su padre hubiese muerto.
- ¿ Te has quedado satisfecho, no?

Le respondió por Facebook en la cuenta de un taller de radio a Javier Almagro cuando esté se defendió de sus críticas por el what´s up sin nombrarla .
 -Me sentí como si me hubiesen gritado en la cara en plena calle.

 Mercedes había estado enamorada de este muchacho oscuro al que no le gustaba dar explicaciones. Se sabía que no trabajaba y que tampoco había terminado derecho que había dejado en 4º de carrera.
¿ Qué tipo de persona no acaba una carrera y la deja en 4º a un año de mierda de la meta, Dios?
Pero se notaba que Javier manejaba dinero y tenía un buen piso propio. Lo necesario para dejar de ser una niña que tiene que vivir en casa de los padres. Canarias era chabacana y era imposible elevarla, cualquiera lo daba por hecho pero este chico tenía suficientes delirios de grandeza para embarcar a los demás en el caos y la destrucción.
Mercedes era rellenita y rubiosa,tenía carnalidad y hablaba con lentitud como si hubiese acabado de salir de una hibernación. Conservaba la templanza de un cuerpo compacto. Y tenía un sentido común campechano.

-Yo soy un espíritu libre. Repitió en voz alta mirando a los aviones que cruzaban por la autopista que había sido el fenómeno atmosférico más impresionante que había visto en su vida. Mercedes sabía que esa frase había marcado toda la relación.
¿A dónde irán esos aviones?¿a Londres, Frankfurt, Stockholm?
 Sí, era cierto pero no tuvo que decirlo tan pronto, quizá. Tuvo que tenerlo un poco más enganchado por ella. El hecho es que ella tenía una relación complicada con Rayco. Y al llegar Javier que no hacía más que recordarle el talento que tenía, sintió que la valoraban.
Dejó de besarse con Rayco delante de Javier pero aquella frase lo había enturbiado todo.Había enseñado sus cartas demasiado pronto y ahora lo lamentaba. La dijo cuando uno de los amigos de Javier, no el mismo Javier que tenía coche: un opel astra, la llevó a su casa que estaba a 15 kilómetros. Estaba tan cómoda con la cortesía que quiso ir a tomar unas copas de camino con ellos. Al fin y al cabo al día siguiente no tenía que ir a trabajar y cuando estaban de nuevo en el coche la soltó.
- Aquella frase era como decir "me he acostado con muchos hombres y soy una bohemia". Y a muchos hombres no les gusta oír eso. Lo peor es que dejé a Rayco, sí no lo aguantaba más.Cuando le preguntaban sobre mí decía que era "una amiga". ¿Qué eso de "una amiga"?
Quizá te aburren los hombres que no saben lo que quieren. O a los blandos o inmaduros.

Germán veía a Mercedes a ir de acá para allá restregándose las manos, sus finas manos, sin ver el cadáver de su padre pero no quiso presionarla. Era más delicada que él. Era una pijotera. No había tenido que luchar por su vida en ningún momento. Y se la echaba de mártir por el carácter del viejo. Apretaba la madera agrietada del balcón indiano con fuerza. Germán era delgado y renegrido. Había envejecido prematuramente por su trabajo en los andamios y en las tomateras y no conocía otra cosa ni podía creer que existiera algo mejor que aquel clima que echaba calor de su cuerpo requemado.
Miraba el cadáver amoratado del viejo que había muerto entre sus brazos mientras le había apretado el pecho mientras intentaba que tosiera y expulsara el trozo de chorizo y se murió entre sus brazos. Como un cerdo en una matanza. Y se sonreía sólo de pensarlo.
-¡qué cosas tiene la vida! sabía más gritar que tragarse...las cosas.

Germán le echó las culpas de los moratones que había visto el médico forense que tenía su padre a Mercedes,por agarrarlo demasiado cuando lo sacaba a pasear por el camino de arena y picón del Parque de san Juan en vez de por el alquitranado.Había que tirar de él.

Mercedes odiaba Canarias con un rechinar de dientes, odiaba a su padre, odiaba a Germán. Esa mediocridad de enormes casas de colores con azoteas con ropa colgada no era su mundo. Veía los árboles moverse como un columpio por el viento y las hojas blancas de tanto sol y recordaba las peleas de los vecinos por robarse lindes. No le apetecía ese mundo aunque saliera rica, ¿pero había la posibilidad real de otro?¡No!.¿ con qué dinero,dónde?.

Mercedes miraba a Germán desde la ventana donde estaban sus sueños. Mientras ella estaba lejos su hermana Inma superada por la necesidad de cuidar a su padre abandonado aceptó a este tipo que sólo tenía una camioneta destartalada. Primero salieron dos años y aunque no le gustaba le daba seguridad. Solían salir a los bares y él siempre se quejaba a los camareros de que la comida estaba congelada del día anterior. Se formaba una pelea y él amenazaba con llamar a la policía con lo que los camareros se arredraban y bajaban el precio. Admitiendo que era una costumbre tácita. Después ella cortó para saber si podría conseguir algo mejor y si él le sería fiel. Después de un año Inma no consiguió nada mejor salvo niñatos de 25 años que sólo pensaban en divertirse y acostarse con turistas y él consiguió una barriobajera con la que consolarse. En cuánto volvieron a encontrarse en una obra cerca de su casa surgió otra vez la necesidad del amor.

 Germán era un tipejo 32 años mayor que ella que sabía cómo funcionan las relaciones y que tenían propiedades en el pueblo, con sus estanques, sus acequias y sus servidumbres. Las había vivido durante décadas mientras había visto cómo se levantaban los muros de cemento con una especie de gotelé en las tomateras abandonadas. Sus hermanos se habían criado en las cajas de tomates de los dueños bajo el sol. Ahora él estaba emparejado con una hija de aquellos patrones déspotas y cabrones que le habían hecho encallecerse las manos y arrugarse el rostro en los mediodías donde casca el sol.

Mercedes vestía unas botas militares tachonadas, una falda de bailarina y una blusa rosa con un pañuelo palestino. Todo un recuerdo exagerado de Madrid que nadie tomaría como elegante en Madrid ni en Barcelona. Nadiuska soñaba con volver, cuando una ha sentido la libertad,las fiestas de verdad hasta las 10 de la mañana, los conciertos de rock todos los días volverse a comprimir a un moco cuesta bastante.

Miraba el cadáver amoratado de su padre con un pañuelo atado del craneo a la mandíbula. Le dió un repelús y viró la cara. Conservaba ese rictus de la persona que te clava la miraba y tiene como una férula metida dentro de la boca, como si apretara la dentadura de rabia y odio.
 Después volvió a mirar y sonreía. El ataúd era de madera pálida en medio del único salón principal. El velatorio se hizo en casa por una promesa del fallecido que no quería el tanatorio que tenía forma de pirámide.Y el suelo era de granito pobre como el de una perrera.
- Con mi cadáver hagan lo que quieran como si quieren tirarlo a un barranco.Me da igual. Recordaba.
-Vaya pedazo de cabrón. Qué cabrón, cabrón,cabrón. Tenía angustia de subir esas escaleras de volver a casa para que me insultara. Para aguantar sus regañinas. Dios qué bien que este muerto. Lo siento, lo siento, pero qué bien.

Al final el velatorio se hizo en el chamizo de Inma a pesar del disgusto de Inma porque era grande y más céntrico y se podía llegar a él sin tener que pasar por el camino de tierra.

A Mercedes no le gustaba nada de mal gusto y tenía memoria para rescatar afrentas del mal gusto. Ahora que había salido la nueva Ley del Aborto, una ley retrógrada que retrocedía en 30 años los derechos ganados sobre el aborto. En la radio querían fingir una entrevista a una mujer que quisiera abortar por malformación del feto, eso no sólo lo negó de tajo sino guardó un profundo rencor a quien lo propuso. Y siempre lo comentaba cuando alguien le preguntaba sobre esa persona .

Estaba en una noche de marcha sin ambiente en el Puerto y se había enterado unas horas tarde de la muerte de su padre porque tenía el móvil en silencio.
Últimamente había tenido que tomar antidepresivos y no sabía si le habían crecido los pechos por eso.Se los miraba asombrada mientras veía llegar a las viejas, amigas de la familia que no la reconocían y que no le daban el sentido pésame.
Habían unas sillas plegables de madera y ella estaba sentada la última en la fila donde se daba el pésame . Cada persona que no la reconocía y no la saludaba era como un bofetón fuerte en la cara que le dieran para superar la resaca. Algún día yo seré protagonista de mi pésame. Y yo diré que he sido la que más he sufrido este pésame. Y echaba un suspiro pasivo mientras miraba ya sin odio a Germán que parloteaba sobre el Mundial de fútbol a lo lejos del cuarto.
Ay cuánto me gustaría estar lejos de aquí, huir de estos mundos de Yuppi. Miraba a través de la ventana como se iban los coches sin saber a dónde. Mercedes sabía que esta tierra era una luna abrasada de sol. Sin historia, llena de gente.

Mercedes volvió a suspirar mientras estrujaba un paño para acolchar el agua en la gomaespuma de un florero con flores. No tenía a nadie pero era libre, liiiiibreeee.
Y sonrió de satisfacción mientras miraba el "joven" cadáver amoratado de su padre.

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