¿Qué queda tras la imaginación rutilante
tras mirar la tumba y ver el mar?
una calle que nos odia con hojas
y el horrible agua de la nada y nada más.
La imposibilidad de vivir
de plicar espuelas hasta que reviente
el caballo de palomas en las arenas movedizas
de aplicar las normas sociales,
tiburones que pelean rumbrientos de sangre
que uno sabe a base de traumas
con demasiada imaginación la luz entre las hojas .
La imposibilidad de imponerse
de gritar sin entender "ya bastó"
cuando la jeringa nos cuelga del pecho.
No siento la brisa del vello
ni las huellas en la nieve
de tus letras llenas de tipex,
ni el aliento a café de tu alma imposible.
Esos grandes recuerdos frustrados,
esa imaginación rutilante
de las cosas insignificantes.
De la luz que rebota en los edificios sucios
de la Avenida Marítima,
en los cruceros que vienen y van,
en las mujeres hermosas que pasan
diciendo cosas horriblemente sensatas,
ordenadas como un cartón de huevos.
Promesa de una felicidad pródiga
imposible de tanto imaginarla.
En la mañana la carbonilla de los coches
hace sentir la falsa neblina de los poetas.
Las Venus ANDROMEDAS del Banco Santander
no saben fingir ya que miran el ordenador
sin trabajar.
Más allá de la tumba podrás ver el mar
pero solo habrá una tumba
que tendrás que limpiar
para que no te echen colillas y chicles.
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