Te amo pero no lo sé, pero bueno, pero ay se me pasó y te dejé en visto.

Tú no eres lo que inventa mi deseo eres lo que estás ahí aunque no me ames, perfume de veneno. Quisieras que no me respondieras que te fueras con mi infierno que ardieras como una yedra. ¿Qué arde el mar de mi ingenio contigo, echándote de menos? Fatigan las espaldas de sujetar Atlás en diálogos trascendentes como si fuera una tarde eterna duro sin aire en una fábrica ardiente. Fatiga el dejar en visto como si me importara pero llevar semanas obsesionado. Fatiga de que el paso de la tarjeta después no te dé el visto bueno y no cobres tu hora de trabajo. Tú que como los ángeles querías cobrar en negro para no cumplir con tus impuestos. Fatiga el dejar las conversaciones a medias y que me dejes en visto, o que me digas una frase nada más. Fatiga el que me importe y aguante tu desierto eterno sin laberintos, aunque es la muerte insignificante. Tú no eres lo que inventa mi deseo eres lo que estás ahí aunque no me ames, perfume de veneno.