Otro niño resentido del estudio.

Mi madre – me persiguen graban mi voz las sombras, que no oculte nadie su grito entre las olas. Dentelladas de truenos sobre mi cuello devoran. ¿Me salvarán del infierno o me llevarán sangre de olas? Escribano egipcio agachas pasan siglos no vividos, en la pirámide del estudio entre centauros resentidos. Escalar montañas extrañas y cruzar corrientes de ríos, en busca del oro y palacios el ángel señalaba el camino. Con el rostro astillado multiplicas los bordes del espejo, ¿a quién retas? no queda otro horizonte. Mirar el reloj de reojo el potro de tortura herido, refleje que por fin de noche tu fantasma se ha ido. Paredes que sangran sin aire la luz fuera del Dios ido, espuelas que golpean tanques de noche oigo los quejidos.