En aquel descampado árido al que había jurado no volver años atrás el comisario Sinesa entendía que da igual volver a la marginalidad. La ahulaga no olía a nada y se recordaba como un niño merodeando solo aquel descampado frente a la montaña y maldiciendo su suerte y cantando a gritos letras absurdas con las tonadillas de moda.
Cuando la conoció llevaba una melena rubia,falda azul y la camisa gris mientras caminaba por los escombros de la playa mirando al mar.Fue algo instantáneo,como cuando se enamoran dos personas que han estado mucho tiempo solas,y fue inevitable y rápido. Supo todas las mentiras de su vida como solo ocurre en los cuentos de hadas. Había mucho dolor,y cuando mucho dolor se perdona mucho.
Así el comisario Sinesa cuando descubrió que su amante le había engañado y que quería matarlo, no la mató¿cómo la iba a matar?sino le pidió fugarse con ella en otro plan perfecto,y dejarlo todo atrás.También a aquella mujer la habían utilizado la gente a la que ella más quería sus compañeros republicanos,espías de poca monta que querían planear absurdos planes de asesinato o de golpe de Estado.
Tenía malos recuerdos de marginalidad y esquizofrenia en Canarias y había jurado no volver,aunque le alegraba la miseria y degradación de muchos que le habían humillado,él seguía solo como un perro cojo temblando que merodea por un poco de comida. Así que cuando la encontró se enamoró rápidamente de su naturalidad.
Y con la misma naturalidad descubrió que planeaba asesinarle ,y en vez de matarla le propuso que huyeran juntos,dejando su posición social y su trabajo rutinario en la Brigada Político-Social. Él mismo avión en que la iban a recoger a ella podía recogerlos a ambos,aunque fuera una situación dramática ante los compañeros repúblicanos que la habían mandado a matarle.
Estaba lleno de malos recuerdos de la infancia que se perpetuaban en la ciudad tras la guerra. En las tiendas,en los restaurantes se veía la escasez y la suciedad en cada detalle.
Lo que sospechaba Sinesa es que hasta sus compañeros de la Brigada sospechaban de su soledad,de sus arrebatos de ira incomprensibles ante el procedimiento con los detenidos. Y el final cuando Sinesa llega a la bajada de la cuesta de Gando arrastrando a Patricia( a quien los muchachos de la Brigada han dejado hacer para dejar en evidencia a su superior,sin que éste entienda como han sospechado tan pronto).
Al subir el muro de Jinámar ven a los compinches con un avión a las afueras del aeródromo,respaldados por un plan torticero,mientras la pareja sube el muro,Patricia es acribillada a balazos. Sinesa se queda orientado ante la inutilidad de la muerte de una espía amateur y siente la presencia de sus propios compañeros.
No ha sido una casualidad,ni un acto de venganza o de envidia de sus hombres hacia un superior sino la necesidad de que no se le acuse de chapuceros. Él era un símbolo desde la guerra aunque no tuviera prestigio,y solo le dejarían huir a él porque daría problemas a los rojos.
¿Estos eran sus compañeros?, ¿tanto le odiaban?,¿por qué matar una chica joven que no suponía ningún peligro?,¿era por simple sentido del deber?.En un último acto de ética y de rechazo a la sociedad o a su mundo y arriesgando su integridad, se tira del muro en vez del traspasarlo para apretar contra sí a su mujer,de cuyo nombre siempre dudo.
Mira hacia atrás y empiezan a pegarle tiros sin llegar a ver quién es.¿Por qué lo hizo?;¿qué deber tenía hacia aquella mujer que acababa de morir y que tanto le había querido?¿por qué la amaba tanto?. Ninguna de esas preguntas me impresionó,ni me interesó. Lo único que me llamó la atención es que el que me contó la historia no le dio importancia a ese arrebato.
¿Por qué lo hizo? ¿y por qué lo hicieron sus subordinados? nunca se supo. ¿Fue un acto de profesionalidad?,ninguno de los que lo hizo consiguió medrar ni consiguió vengarse por envidia de su jefe. Incluso cuando se hablaba de una historia de amor parecía impropia de un solitario que pasaba sus ratos libres en los barrios bajos.
Pero las grandes anécdotas de su infancia,de cómo se había tenido que buscar la vida,o de sus aventuras como espía para los alemanes habían sido olvidadas. Iba a cumplir 37 años y tenía tanto odio,tanta impotencia de seguir viviendo al margen de la sociedad sin que nadie le devolviera los saludos en la calle.
Lo que le hizo gracia al que lo contó es que tiraron el cuerpo por el Barranco de Jinámar y fue el único que apareció en la Playa de Jinámar días después enfadando y escandalizando a los bañistas porque pensaban que era una persona torturada. ¿Qué irónico,no?y aquel hombre renegrido se rio escupiendo el tabaco por la ventanilla,mientras conducía hacia el aeropuerto.
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