Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

sábado, 14 de mayo de 2016

Esquizophrinia,¿cuántas veces te eché mi autodestrucción impotente en cara?

¿cuántas veces te eché mi autodestrucción
 impotente en cara?
aunque sabía que era inútil
y que fastidiaba y me daban la espalda.

Me dejaba en evidencia
 crisálida en niebla que destruía
el hechizo de la mariposa
y te miraron con asco y risa
porque podrían pisotearte
e insistías en tu obvia mentira.


El placer cuchillo apuñalando el agua
podrá calmar tus recuerdos
durante una lágrima,
en el trueno que ya rápido sin verse
se fue.
Pero no en la fila eterna de los pasillos
oyendo a torturados para que tartamudees.

¿Cómo podré consolarme de la angustia
de mi pasado del jarrón en añicos
cuando  vea a las parejas acróbatas
besarse sin alma en la boca?

Tartamudea de una vez
limpia la costra de los platos
carromato que empujas
 inútil en la arena.
No tenía sentido ni excusas
trabaja como un hombre
duro de una vez y suda.

La humillación cuando te insultaban
sin que pudieras responder
ni abrir la boca ni salir corriendo
ni taparte la cara
responde a gritos de una vez
grita como si te dieran
con la manotada abierta.

Responde al electroshock y patalea
como si no dejaras una réplica
como si el sol hubiera de respetar
tu sombra, su sagrada sombra.

En el patio de los balonazos del colegio
o como te agarraban del cuello
qué paisaje sin bosque ni batalla
cuántos muertos sin cadáveres ni sentido.


Muérete padre canalla a los 62 años
mezclaré tu ceniza esnifada
en la berrea de mis venas.
Por dignidad en nada
en algo me dejan mentir
en las humillaciones con precio.
Mi pasado no tiene remedio
¿cómo podré consolarme de la angustia
de mi pasado del jarrón en añicos
cuando  vea a las parejas acróbatas
besarse sin alma en la boca?

Los faros de los coches vidrian
mis ojos baratijas de un amor universal.

La falta de réplica al insulto
las maletas con tachuelas de los bisabuelos
aquello tenía un sentido.
Solo el dolor auténtico
es el que no tiene sentido.
De la envidia a tu egolatría
en el islote profanado
iglesia abandonada y con orines
de vagabundos sin sentido,

de la vagancia de las cuchillas oxidadas
terrible maldición
por no afeitarte la eterna barba.

No tenía sentido
solo la luz abundante
sobre el suelo árido
y ver como entre asco germina
la vida sin pedir ni echar
nada en cara la vida.

¿Por qué no huí
por qué no hago nada?
ni me quejo ni golpeo ni escupo
para no acabar con los matones
en la cárcel real que imagino.

Quizá lo que imaginé fue lo único real,
y el silencio y el insulto y el grito
 y la humillación pública y las espaldas
y lo rancio y la televisión con sus conjeturas
plástico y laca y confeti de los conjuros
de la modernidad prematura.


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