Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

domingo, 6 de julio de 2014





Rapada  das bestas

Una vez Colón preguntó a un marino
cómo era el infierno infinito
del fin del mundo.
Y le respondió: agua.
Restos de exterminio del mudo.
Horribles recuerdos de las calles
donde no pasó nada.
Cicatrices sin orgullo
ni desagravio, que  no hay quien hable.
            *         *           *

En la camioneta de noche con la pala
la cosechadora echa el trigo lleno de polvo.
Uno suda con salud y separa
la muerte del agua gastada y el rastrojo.

El hombre elige su dolor y se ata
la piedra al cuello de su pasado
se tira al abismo y espera que al lado
alguien aplauda al héroe que se mata.

Faltan las fuerzas para vivir
y aquellas victorias perdidas
por una madre loca y por sentir
no haberlas querido por cobardía.


Qué extraños senderos elige la sabiduría
del camino de la autodestrucción.
¿Se puede deletrear desde el sofá el horror
que no nos deja lugar para la astucia de la vida?.
en el parque con el gesto ensimismado
viendo como algo imposible la vida
víctima paralizada ante el torturador
pasillo negro con una bombilla.
Ni ganar el trabajo con fuerza
ni hacer que cada gesto
 sea más sutil y más contundente.
El abrazo de la autodestrucción en el cruce de caminos
y la falsa seguridad del cerrojo de una casa.

Uno puede amar sus insultos y sus elogios
pero no sus recuerdos sin gloria
que cicatrizan el rostro.
Oh maravillosas ciudades sombrías: Bilbao, Pamplona...
en vuestras callejuelas mohosas y estrechas de lluvia sana
Satanás bebía encorvado y ofrecía a cada uno
sus maravillosas mentiras.
Pero sólo a ti al que nadie creía.
En tu parque sórdido amé la chica de un hachazo
que apenas sonreía.
Y así pude amar en su dureza
mi propia cobardía...
escondida en tantas esquizofrenias.
Yo que tantos nombres fuí
nunca fuí el nombre que se pronunció
entre sus brazos.No.
Ni el hombre que me defendí.
Amé tus calles sin luz de piedra mojada
como prejuicios duros sin vida
sí como los amaba.
Nuestras prioridades genuinas
siempre se imponen,
cuando destrozas el instinto no queda nada.
¿De qué ridículo huyes si no queda nada
ahora que el Guggenheim se levantó?
La belleza que merodeas sin amor
esconden tus mentiras en los recuerdos
que ya no te engañan...

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