Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

martes, 29 de julio de 2014


Lo que es una madre

Ay tormento de las convenciones mediocres.
Ahora que tengo que olvidarme definitivamente de mi sagrada madre. Que he destruido todas sus fotos y que si veo alguna suelta la rompo para no ver su bello rostro. Sus anécdotas no tan triviales vuelven una y otra vez a mí. Sigo siendo madrero aún cuando lleva 5 años y medio muerta y desde hace 3 no voy a su tumba para hablar con ella ni oler su ramo de flores. Ni pienso hacerlo por supuesto.

Malditos recuerdos de una lógica retorcida de un mundo minúsculo.
Menos de dos años antes de su muerte en que su estado de salud estaba muy deteriorado solíamos dar pequeños paseos al parque Doramas con la sensualidad de sus flores de nombre anónimo y la fuerte brisa que golpeaba las ramas de sus árboles.
Mi madre exhausta y de arrebatos histéricos no podía caminar más de 10 minutos seguidos a paso lento.
Tenía que decirle algo que la ofendiera para que se pusiera arrebatada, moviera la mano y el brazo para desfogarse y después tranquila necesitaba caminar un rato más para no apoltronarse en un banco.

Así siempre acababamos en el Parque Doramas: el único Parque con flores y fuentes cerca de casa. Gracias al cansancio de mi madre siempre volvíamos a la belleza. Allí había una cafetería turística de lujo con vistas a doble precio del habitual.
- Hijo, dame un café con leche a tu pobre madre. Que no puedo levantar el alma. Decía el plan lastimoso con el gesto del rostro de un niño tonto.

- Mamá joder, en la vuelta. Si tenemos café en casa de sobra y está más denso y auténtico que el de aquí. Y es una estafa.

- Es que no es lo mismo, hijo. Y se ponía con gesto patético ya incapaz de expresividad vivaz alguna. Y YO DEJABA que me lo suplicara una y otra vez hasta que por cansancio y con la letanía de " hijo me debes el ser"... soltaba cuerda para que supiera lo que costaba un café con leche. Aunque le gustaba suplicar y pedir por pedir a veces no podíamos vestirla bien y daba vergüenza negarle un café con leche en ese estado.

Sentados en la cafetería pedíamos el café con leche y se lo tomaba de dos tragos sin saborearlo, como si sólo quisiera sentir el regusto en la lengua y el subidón en el cuerpo, mientras disfrutábamos del sol y de la brisa en ese oasis caótico de recuerdos.

Ahora ya muerta pienso que fué un abuso hacer que me suplicara tanto por una mierda de café con leche.
Pienso que me diría si se levantara de su tumba con su estricto sentido de la lealtad y la honradez nacidos de la debilidad de una mujer enferma.

Habría dicho alguna frase sublime que no viniera al caso y : eres gilipollas. Y después viendo mi reacción agachando la cabeza, hubiese venido detrás mía diciendo no,no,no... no me atormentes más, intentando disculparse sin pedir disculpas.


El que hace la ley  moral suele estar por encima de la ley

Hay infiernos que son una estupidez divertida para recordar en la sobremesa:
Es inevitable coincidir en eventos literarios con familiares lejanos. Gente a la que uno le importa saludar mientras se mantenga la simpatía de un conocido a distancia. Pero que atisba que son  una tortura a las que no les importas y que disfrutan al dañarte.
  Mi madre tenía aprecio aunque una relación superficial con su prima Ana María del tío Manuel, hermano de mi abuelo materno.
Así siempre que coincidimos me dice:     - dale recuerdos a tu madre.
Y sale corriendo para que no me dé tiempo a responderle.
Lo curioso es que mi sagrada madre lleva cinco años y media fallecida.
 Mi tía materna aprovechando la esquizofrenia paranoide sin medicar le hizo firmar unos documentos jurídicos delante de un notario pusilánime. Consiguió robarle gran parte que le correspondía de su herencia y como mi madre apenas tenía amigos dentro de su familia. Apenas tuvo familiares que quisieran indisponerse con la tía materna.

Mi sagrada madre falleció dos años tras la separación de propiedades y la familia nuclear no quiso invitar al velatorio a los que tanto daño hicieron y tantas propiedades nos robaron.
Y algun@s de estos familiares aunque fueron al funeral se olvidaron de a la memoria de quién se lo hacían.
Y así Ana María Romero del tío Manuel siempre me manda recuerdos para mi madre cuando me ve...
aunque lleva 5 años y media fallecida.

 Hay reacciones que son brutales aunque uno no se las explica. Vienen de los amigos de los verdugos que no admiten una réplica ni una crítica de la decencia. Robar por robar y si quejas te parto la cara y punto.
Uno las testifica y se acabó.

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