Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

viernes, 8 de junio de 2018

Una mirada ardiente.

Reto: la moral. Un hombre mide desde el borde de la falda hasta la rodilla.
Maite miraba distraída el cadáver anónimo en el velatorio,enfrente suya miraba concentrada al hombre acompañado al que había rechazado 45 años antes.¿Se atrevería a saludarlo o no lo saludaría?. La moral, la maldita moral, de hecho sus padres le habían prohibido que hablaran con él,un tipo que trabajaba en los tomateros porque era poca cosa para una familia de su clase.Habían repartido antes un café con leche cuya leche se había quedado ácida y del tembleque se le había caído. Alguien se ofreció a traer una fregona,pero mientras tanto aquel charco como la sangre de un moribundo leproso seguía ahí. Él la miraba con una indiferencia forzada y con un profundo odio ocasional. ¿Cómo se hubiera imaginado ella que Javier seguiría en su vida,en la distancia toda su vida,como fingiendo ignorarla?.

A Maite le latía el corazón con fuerza. Ella lo habría olvidado completamente si él no hubiese seguido allí. ¿Era casualidad que hubiesen coincidido tantas veces? De hecho se olvidó del parque de empedrado donde los domingos ponían el mercadillo,y donde él se hacía el encontradizo. Aunque parecía que había prosperado contra todo pronóstico,no se había interesado para nada de él,nunca se preguntó en qué trabajaba,o quién era la mujer que lo agarraba con fuerza del brazo. Después llegó Adexe un hombre que le pareció sólido, que trabajaba montando andamios en la construcción, empezaron a citarse para pasear y no lo dudó.

Se había casado y había tenido hijos. No sabía cómo, de cuando en cuando siempre volvía a aparecer Javier a lo lejos como un fantasma.Cuando llevaba por las mañanas a los hijos al colegio, Javier aparecía con un niño a distancia. En las grandes bodas Javier aparecía en las filas de atrás,y se evitaban mutuamente. En el supermercado cuando iba a las 16.00 para que no hubiera gente de higos a brebas aparecía Javier vestido elegantemente,sonriendo para sí evitándola y sin querer decirle nada. Entonces lo pensó,¿por qué le dije que no? quizá pensé que iba a insistir,pensé que se esforzaría un poco por mí,pero no sucedió.

Maite respiró profundamente, aunque sabía dominarse y tenía carácter le temblaban las manos. No tenía remedio,pero se sintió alegre de verlo,y quiso saludarlo. De hecho, le daban arrebatos de levantarse y volver a sentarse,fingía ver el cadáver preocupada y su amiga a su lado que la veía no entendía bien aquellos gestos a destiempo. De pronto, se levantó cruzó la sala llena de grupitos que le hablaban y aunque en principio él le viró la cara, le abrazó suavemente y se retiró rápido.

- Me a-le-gró ver-te Javié. Dijo con una voz nerviosa y atiplada impropia de ella. Me alegro verte, se ve que te ha ido bien. Me alegro. Empezaron a hablar una pequeña charla de dos minutos,Maite estaba en una nube,sin entender bien los detalles de lo que le decían,pero sintiendo que de algún modo las cosas le habían ido bien. Ella le acariciaba el brazo viendo que él también se sentía profundamente tenso y de que no sabía cómo reaccionar. Se sintió reconfortada de que le hubiera ido bien y de que las heridas cicatrizadas no necesitaran más sal. Le dio dos besos en la cara, y con los ojos vidriosos se salió bajando las escaleras mientras le temblaban las piernas con la profunda satisfacción de quien ha hablado con un buen amigo al que no veía desde hacía décadas.

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