¿Alguien cree que los dioses del poeta Homero que sentían las inquietudes del hombre prehelénico del siglo IX y VIII a.C. tenían algo que ver con las inquietudes asilvestradas de los bárbaros del siglo XII a.C.? por supuesto que no, ni las inquietudes de los intelectuales universitarios degenerados por la transmodernidad y la obsesión patológica de las mujeres por la igualdad,tienen ya nada que ver con aquellas mujeres de hace 40 años que querían tener su pareja de niños y mantener una familia, aunque fuera tanteándola entre las infidelidades masculinas.
Todos nos hemos vuelto muchos más egoístas,complicados en un sudoku sentimental, hipócritas pero en una hipocresía disolvente, a diferencia de la hipocresía del siglo XIX que era más puritana pero también más productiva y sólida porque aspiraba a crear familias, a aumentar la natalidad, a crear infraestructuras en todo el planeta al precio que fuera.
¿Qué defiende la hipocresía transmoderna? defender con demagogias lo que invocando a la libertad intocable es débil y marginal,y debilitar a lo que se consideraba innovador,fuerte,lo que tenía una pervertida inteligencia creadora y juguetona. Y comos siempre ya no hay marcha atrás: la natalidad de las mujeres de los países desarrollados occidentales seguirá bajando, las familias seguirán desestructurándose más y más,y la vejez acabará siendo gestionada por el Estado en instituciones masificadas y con trabajadores estresados sin ganas de dar cariño.
O para llevarme la contraria en un ejemplo vacío que se ha vuelto maniático, adoptamos a niños de países pobres, mientras los huérfanos de nuestros países llegan a la mayoría de edad y se les echa a la calle para que se busquen la vida sin tener formación profesional(¿cómo no sentirme prematuramente identificados con estos héroes del delito menudo, de la marginalidad tedesca y hueca?).
Pues Homero, tampoco tuvo escrúpulos porque era el Poeta. Nosotros tenemos que hablar de las inquietudes transmodernas
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