Hace quince años había quedado para salir con una chica en plan suave,y no sé por qué, quiso que fuera a su casa y presentarme a su madre. (Quizá se lo habría pedido yo antes y me habría olvidado del tema). La madre me invitó a un café y me contó el drama familiar de sus abuelos republicanos exiliados. Cuando acabó y nos fuimos le dijo a su hija "trátalo bien". La chica se puso furiosa con el detalle inocente cuando estábamos paseando comiéndonos un corneto por la Avenida en la playa. "¡ Qué asco de madre tengo!, podría haberte dicho cuida de mi hija,¡que soy su hija!,o pásenlo bien,aunque sonara mal; pero no, si no a mí, trátalo bien". Seguimos paseando y a veces volvía a salir el tema.
Creo que el propio gesto de la madre, me hizo ver que no solo era una persona egoísta que desahogaba sus traumas familiares con el primero que llegaba a su casa,sino que de verdad,y de alguna manera quise tratar bien a su hija. La veía tan bella y egoísta, que sabía que me iba a ocurrir lo peor con ella y que debía estar precavido.
Me acuerdo del rostro de la chica enrabietada e inconsolable quejándose en la Avenida de noche,del oleaje terrible sobre el muro y de mí consolándola diciéndole que lo había dicho sin maldad, pero sobre todo de la frase de la madre a la que no podría ponerle rostro,y a la que uní para siempre con su hija.
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