(Dedicado al rostro seco del amigo, cuando oyó el buen consejo del amigo que le respondió lo que no deseaba oír).
Fatiga tanto pensar en la hoguera
si el colchón aún remueve el fuegoª.
Tu lengua en aserrín sangró en un ruego
del que ni la brasa dulce libera*.
¿Ya no esperas un milagro del fuego?.
Crepita la raíz seca en la promesa,
de la duna el deseo que no hizo yesca,
sin poderte agarrar a una piedra de ego.
Y aún tu fruto frágil entre tanta espina
como un Judas que se lamenta respira,
soñando ser postre de un rey lejano.
No sabrás lo que vales al que mira
tú que te quejas del que no hizo amaño,
ni malvendió óxido por una risa.
ª cuando el colchón aún muele el fuego.
*que ni la brasa dulce libera.
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