Literatura/ lengua,cine, música y arte.
Alicia atraída por la madriguera
jueves, 30 de julio de 2015
Before of the sunrise/Antes del amanecer
I.
¿Han sentido alguna vez como perdían los papeles y se llenaban de rabia y no sabían lo que hacían?¿ni podían dominarse con la educación de toda una vida?.
Aque noche había truenos y llovía fuerte. Lord Palmerston estaba tocando a la puerta a golpetazos. Tenía fiebre,le latía fuerte el corazón a pesar del cansancio y le temblaban los brazos.
-¡Ábreme James,Ja-mes á-bre...-me la...!. Gritaba sin poder acabar la frase.
Dentro, sosegado y solemne el mayordomo se acercaba para abrirle la puerta. Cuando la abrió, lord Palmerston entró rápido,caótico embarrando la moqueta DESSO que relucía y subía a zancadas por la gran escalera de caracol.
Era una actitud poco caballerosa con el trabajo ajeno y poco habitual en lord Palmerston. A lord Palmerston le gustaban mucho las mujeres. Y últimamente se había aficionado por las mujeres casadas. Aquella noche en el Palacio de la ópera un marido contrariado le abofeteó con su guante de seda en público y le gritó delante de todos.
- Es usted un canalla,un sinvergüenza. ¡Le mataré como a una rata!.
Era un reto a un duelo. Después de aquella humillación pública solo le quedaban dos alternativas o acudir al duelo o huir de la ciudad. Ya no podría salir por los lugares de moda de París sin que la gente elegante se riera de él en su cara o le diera la espalda. Sin que los niños le señalaran con el dedo y le soltaran alguna impertinencia entre risotadas en el bulevar.
El retador era un militar y tendría buena puntería. Sin duda mejor que él. La elección estaba clara y lord Palmerston estaba vendido. Había que preparar su ropa y su ajuar y huir en su carroza berlina a media noche para no volver durante un par de años.
Cuando Palmerston llegó al piso de arriba el mayordomo solemne, como una estatua de madera, le dijo sin perturbar su voz:
- Mi lord, tiene una carta urgente en su mesa del escritorio.
Este comentario descolocó a Palmerston. Durante más de 20 años su mayordomo le había librado de escándalos con una prudencia impecable: de acreedores violentos, de mujeres despechadas y de maridos engañados. No podía entender como faltando medio día para el duelo que el mayordomo debía suponer le recordaba una carta. Sin duda, debía de ser muy importante.
Palmerston pensó "mi mayordomo es previsor y me arreglará la maleta". Voy a leer esa carta.
Fue a su despacho y encima de su mesa de caoba había un sobre grande. Lo abrió con torpeza desgarrándolo irregularmente y vió un fajo con unas cuartillas de letra menuda y febril como femenina.
" Tú no me conoces y ahora que ha pasado todo pienso ¿quién te enviará tu ramo de rosas rojas como he hecho yo durante 20 años el día de tu cumpleaños?. Palmerston se acordó que efectivamente aquel era el día de su cumpleaños. Era extraño todo aquello, él pensaba que los ramos era un detalle que se los ponía su fiel mayordomo. Pero parecía que no. Se viró hacia el balcón y vió sobre la columna de mármol un majestuoso jarrón a contraluz. Y dentro un ramo de rosas que aún permanecían con rocío a pesar de ser de noche.
¿Quién sería aquella desconocida que le había las flores?
Tú no me conoces aunque yo te conozco de toda la vida. Antes de que tú vinieras aquí a tu casa,enfrente había una corrala. Cómo odiaba ese lugar. No te puedes imaginar lo que era aquello. Las escaleras con los escalones sueltos, la ropa tendida oliendo, las paredes sin pintar,de bloque pelado, y con el vapor de una lavandería. Había mucha gente en paro y los hombres bebían desde temprano. Mi padre tenía muchas discusiones a gritos con mi madre acusándola de que le amargaba la vida con sus reproches.
Yo pasé mi infancia entre insultos, amenazas y viendo las borracheras de la vecindad. Un día siendo una adolescente nos enteramos que alguien célebre iba a venir a vivir a nuestro barrio. Era un famoso escritor. Desde entonces quise conseguir sus artículos en el periódico. Las opiniones sobre la música, los asuntos internacionales o las polémicas culturales. Me imaginaba alguien mayor con barba blanca, muy sabio, y que había estado en muchos sitios y escrito sobre temas complicados. Soñaba conque me invitaría a su casa a merendar y me pondría sentaría sobre el sofá para contarme sus anécdotas.
Al cabo de una semana llegó desde una carroza negra que brillaba como las luces de los trenes un montón de muebles de madera gruesa que se notaban que era de lujo. Nunca había visto muebles así parecían hechos para un mundo lejano que yo no conocía. Y después bajo el mayordomo. El mayordomo iba con traje y corbata tan ajustado que parecía que había estado durmiendo con él durante años. Cuando coincidimos en la puerta de hierro de la entrada me cedió el paso y me dijo inclinándose: "pase señorita".
Fue la primera vez que alguien me había cedido la entrada. Eran unos modales como fuera de lugar en el barrio y me sonrojé. Después vi cómo organizaba sin quejarse la organización de la mudanza. Eso me hizo tener más curiosidad de cómo sería el viejo sabio entrañable al que ya había leído. Solo quedaban unos días para que tú hicieras tu aparición. Y solo fueron 5 días después.
Pase días en el baño de puntillas para llegar al ventanuco con los barrotes para vigilar durante días la entrada. Tuve que quitar un poco la rendija metálica con su ruido chirriante para no perderme tu entrada mientras abrazaba tus periódicos contra mi pecho.
Llegaste al atardecer en una carroza berlina como la que usan los ministros. Abriste la puerta y saliste. No eras ningún viejo. Eras un joven de unos 30 años,pálido,alto, moreno y de ojos negros. Parecías como juguetón,irónico,elegante con tu traje de seda con chaqueta española y bombín. Bajaste de un salto y sonreías haciendo algún comentario sobre el barrio para meterte inmediatamente a tu casa.
II.
¿ Cómo podría explicar todo lo que sentí aquella noche?¿cómo?. Hasta entonces me sentía alguien insignificante rodeado de un mundo en que nadie podía prosperar ni nada tenía sentido. Me fue a dormir para quedarme despierta a ver qué hacías el siguiente día. Te quedabas en casa trabajando y te vestías de gala para ir en tu carroza al Palacio de la Ópera. Te ibas engalanado y yo esperaba que volvieras horas y horas,toda la noche. Al final, por fin,cuando volvías desde tu berlina, bajabas con una mujer elegante vestida de satén azul,con pamela y abrigo. Yo me ponía enferma y me ponía a arañar la rendija metálica hasta hacerme sangre en las manos.
¿Cómo explicarlo?¿Cómo lo diría? Sí me costaba admitirlo hasta para mí misma. Así te esperaba una y otra noche desde el baño para verte llegar con una y otra mujer, cada semana una distinta. Hasta que al final un día ocurrió lo inevitable. Una tragedia que se venía venir. Mi padre tuvo una fuerte pelea con mi madre porque nos iban a desahuciar y al final mi madre se separó de mi padre. Fue muy duro tener que buscar otra vivienda más pobre y tener que ponerse a trabajar en una lavandería.
Pero yo solo esperaba en verte, en estar contigo, en saber qué pensarías sobre las polémicas cotidianas. Mi madre tuvo suerte y se encontró con un buen hombre que tenía una serrería en el campo. Y aceptó a mi madre y se la llevó al campo donde gozaba de una buena posición. Yo crecí allí sola . Mi padrastro que me cogió cariño al cabo de 4 años viéndome triste me preguntó ¿qué podía hacer por mí para alegrarme?
Y yo le respondí que quería volver a París para estudiar en la Universidad.
-Pues así se hará,hija.
-Y me gustaría estar en el mismo piso donde vivíamos.
-Así se hará. Ahora que quieren venderlo,me harán un buen precio.
Qué orgullosa estaba mi familia de mí. Era la primera mujer que iba a ir a la Universidad. Y además secretamente ¿cómo no? podría estar junto a ti. Cuántas cosas extraordinarias hacemos para poder disfrutar de nuestros sentimientos. Así volví a París después de tanto esfuerzo para poder volver junto a ti. Estudié y busqué trabajo a media jornada para comprarme un bello vestido y poder aspirar a tu mundo. Y después de ahorrar un día pude comprar una entrada para ir a la representación del Palacio de la Ópera.
Llevé un vestido espléndido y fuí en un carruaje tirado por 4 caballos. Cuando entré en aquella gigantesca sala todo era nuevo para mí. Las lámparas de araña, los palcos larguísimos, los tapices de las paredes los balcones bordados con pan de oro. Pensé verte pero no pude encontrarte. De pronto la orquesta se puso a tocar cien personas al unísono tocaban cada uno con su postura una hermosísima sinfonía de la ópera. Los burgueses con sus monóculos miraban concentrados la acción. Y llegamos tú. Vivaracho, riéndote con el acomodador llegaste tarde como dándote importancia y te movías entre las butacas con la luz de la linterna saltando entre los espectadores.
Después hubo un descanso.Me levanté para tomar un refrigerio. Me hice la encontradiza cuando te vi y tú me entraste con tus bromas como quien no quiere la cosa. Era la primera vez que hablaba contigo. ERAS encantador,juguetón,inteligente,educado. Estaba como en una nube y no podía pensar en lo que hacía. Cuándo me dijiste que me fuera contigo a tu casa, no lo pensé y te dije que sí.
¿Cómo podía parar ese paraíso por el qué había luchado y que había soñado tantos años en soledad? Ni siquiera te diste cuenta de lo que eras para mí.
Me llevaste en tu carruaje a tu casa. Entramos por la puerta y me sentí como si alguien vigilara nuestra felicidad. Fuímos a tu casa y nos abrió tu mayordomo. Tuve miedo de que nos viera alguien pero no nos vieron. Seguimos la noche y pasó lo que tuvo que pasar. Sentía cuando miraba al techo desde la cama como si no hubiese techo y estuviera mirando a las estrellas. Como si pudiera sentir la maresía del mar a lo lejos. Pero como toda la felicidad acaba aquello acabó.
Nos despertamos y el desayuno estaba puesto había fresas con nata, caviar,chucrut y después del desayuno quedamos aquella misma tarde en un café. Y me fuí despidiéndome del mayordomo.
No pensé que irías al café. Te esperé, era la hora y no llegabas. Entraban y salían hombres como tú pero no tú. Y al cabo de 15 minutos me di cuenta que no ibas a venir y cuando ya iba a marcharme apareciste en la puerta de repente. Me alegré. No había sido algo de una sola noche.
Nos sentamos y pediste un café con leche. Hablaste de que tenías un circuito de conferencias y muchas pressentaciones durante esta temporada. Que tenías que viajar por Londres, Bruselas,Ámsterdam,Berlín, pero quedamos para vernos al día siguiente antes de que te marcharas. No te había dicho ¿cómo no te habías cuenta que eras el primer para mí?,que habías sido el primer hombre que tocaba mi cuerpo...pero no me atreví.
Al día siguiente fuí al café. Volví a esperar. A ver entrar y salir hombres. Pasaron 15 minutos pero esta vez no apareciste. Leí en el periódico que ese mismo día te habías ido a tu ciclo de conferencias. Me sentí desolada y furiosa. Te habías ido y ibas a tardar una temporada en volver ¿cómo lo habías hecho?¿cómo podías haber hecho algo así?. Pero de pronto ocurrió algo que cambió mi vida. Me quedé embarazada.
III.
Pensé en abortar pero no pude. ¿Cómo podía matar algo tuyo que estaba dentro de mí? no podía. No podía. Dejé la Universidad. Y dejé el contacto con mi familia porque eso les avergonzaría fatalmente. Como no podía estudiar busque un trabajo y me empecé a ganar la vida en una lavandería. Tuve suerte. ¿Cómo explicarlo? Por aquella época yo era joven y muy bella. De rubias trenzas,ojos azules y un bello talle. Y un hombre rico, un alto funcionario de la Corte se enamoró de mí. Me acepto con mi hijo y se casó conmigo.
Pasaron los años y vi a mi hijo crecer y como se parecía a ti en tu inteligencia despierta. En nuestro pequeño palacete teníamos todo lo que no había podido disfrutar en mi infancia. Él tenía educación, buenos trajes, caballos, praderas en medio de la ciudad.
Una noche fuimos todos los amigos al Palacio de la Ópera para el estreno de una nueva obra. Podía admirar el lujo al que me había acostumbrado sin inmutarme. Los vestidos de cola con pedrería... era un nuevo estreno para poder ver a la gente de sociedad y crear amistades que el día de mañana pueden favorecer a mi hijo.
Otra vez los palcos llenos. Y la sala repleta de gente, con sus murmullos,sus trajes. Se levantó el telón detrás de la orquesta gigantesca y empezó la obra. Y ya empezaba a oscuras apareciste tú. Creí morirme,no podía creérmelo después de tantos años. Arañé el brazo de la butaca hasta romperme una uña. En el descanso quise marcharme pero no pude y salir a tomar un refrigerio. Y sin quererlo me encontré contigo. No me habías reconocido para nada. No me habías distinguido a mí que era la madre de tu hijo. Pero no quise decirte nada, porque casi me sentí desfallecer y encima apretaba con el corsé. Tú no habías cambiado para nada. Seguías sutil, irónico, más adulto, más hecho.
Después de 20 minutos seguimos hablando y creí que no podría dominarme. Pero no pude decírtelo. En ti había algo frívolo que no se entrega nunca, que no quiere ver el sufrimiento sino dar una limosna para mirar a otro lado y que no te echen nada en cara. Por eso no quise decírtelo para que no me echaras nada en cara. Me invitaste a tu casa. ¿Y qué pude decirte? Solo pude dejarme llevar por el hechizo que desprendías. Volvía a ser algo maravilloso, el embrujo que pude haber vivido pero no viví. Tuve miedo de volver atu casa y cuando llegamos sentí ¿qué pensaría James tu mayordomo?.
Tocaste.Cuando entré me sonrió con delicadeza sin echarme nada en cara. Pasamos la noche juntos y supe que aquello era mi refugio del mundo gris y zafio incluso con cierto lujo en el que vivía. Cómo lo odiaba también aunque en el fondo daba una oportunidad para mi hijo, para nuestro hijo. La noche pasó y llegó la mañana y el desayuno. Me quedé un momento sola y el mayordomo me preguntó cariñosamente ¿cómo me había ido?. Y le respondí que bien, agradecida de haberme puesto un ramo de rosas rojas para el desayuno.
Antes de marcharme fui a arreglarme el cabello en el espejo del recibidor. En el reflejo pude ver como me metías deslizándolo un billete de 20 luises en el bolso. ¡Fue horrible!¡ me creí morir!. Creías que era un vulgar prostituta. ¡Yo que era la madre de tu hijo!. No quise verte cogí mi bolso y me fuí dando un portazo. Cuando llegué a mi casa había ocurrido algo horrible. Mi hijo estaba tirado en la calle como un pordiosero y con las maletas tiradas.
IV.
Había dejado en evidencia ante nuestros amigos a mi marido marchándome del brazo de otro hombre del Palacio de la Ópera. Me dijo que había roto mis cartas y mis fotos. Que no volviera. Que me pediría el divorcio. Que como volviera llamaría a la policía para que me diera una paliza y me encerrara en la cárcel. Que haría lo posible para que todo el mundo me cerrara las puertas. Y muchas más cosas horribles de lo que yo era. Y así tuve que irme y otra vez ponerme a trabajar en la lavandería.
Entonces ocurrió algo terrible. Con la vuelta de los soldados de la guerra trajeron el tifus. Y mi hijo, nuestro hijo lo contrajo. Era muy hijo tuyo para serme fiel. Una madre no miente y menos delante de su hijo muerto. Y yo que también tengo el tifus y me queda poco de vida bajo la lámpara de gas. No yo no miento. Esta es mi historia y ahora que me queda tan poco tiempo de vida me preguntó si te acordarás de aquella mujer que te enviaba un ramo de rosas rojas en todos tus cumpleaños. Lord Palmerston estaba impactado, desolado. Ni siquiera sabía ¿quién?¿quién podría haber sido aquella chica? y lo único que quería era recordarlo.
En la entrada del despacho JAMES le sonreía esperándole. - Señor,el emisario del duelo esta esperando en la calle, ¿qué quieres que hagamos tiene sus maletas con su ajuar preparadas o un estuche con su juego de pistolas. Pero lord Palmerston no podía recordar quién era aquella chica ni pensar con claridad.
-James...vamos a bajar.´Miró al ramo de flores pero no podía recordar. Mientras bajaba peldaño a peldaño la escalera de caracol su mayordomo le puso la mano en el hombro y él miraba para atrás para poder recordar aquello que supuestamente había vivido. Pero en el último escalón se acordó de una joven de trenzas rubias y estilizada, sí sí por fin podía recordarla
Se sintió elevado,con un profundo alivio. - James dame el estuche. James sorprendido mirándole por primera vez a los ojos se lo dió. Lord Palmerston se sintió seguro, altivo, pleno, aliviado, cuando abrió el portalón y apretó fuerte la mano al emisario del duelo que quedó desorientado.
Y así lord Palmerston antes del amanecer se enfrentó con su destino.
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