Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 7 de mayo de 2015

Ya ni las mujeres sienten culpa de no tener hijos...
Fin del cristianismo y de la Iglesia Católica


       Han eliminado el cristianismo de la costa de acantilados no desde que han habido pecadores, los hubo siempre y se defendió siempre...
    Sino desde que se cargaron el deseo de crear compasión o de sentirla, o el extraño sentimiento de culpa por lo que sea,por quitar prestaciones a discapacitados graves, por infidelidad en el sexo o por la riqueza abusiva en una sociedad pobre , ya que ni las mujeres sienten culpa de no tener hijos, incluso hoy eso sonaría retrógrado, de mal gusto. Nadie quiere mirar a los ojos las consecuencias de sus actos ni los seguidores de los líderes corruptos aceptan que sus líderes tengan que ir a la cárcel.
      Ya nadie reconoce su culpa,ni admite que nadie se la cree, ni compasión, ni considera legítimo humillar a nadie aunque de hecho sucede todos los días, ni humillar por pedir algo de comer por necesidad.

    Los españoles ya no reconocen esas películas patéticas de los años 50 de un cristianismo estricto y abusivo,rapiña de sentimientos de olor mustio prefieren los colores de las buganvillas. Ya aparece en el Eclesiástico la condena a la mujer a la que "no le importa tener hijos con cualquiera"(?).
       Hoy el catolicismo es el de la Fortunata de Galdós, simplón,lleno de vida,pero en un tono extremadamente suave medio hippy. Un ansia de vida que nos causa simpatía y nos llena de orgullo a pesar de todo, a pesar de su carácter, de sus prejuicios que produce alivio. En un exceso morboso de compasión de "aquellas mujeres decentes" hay mal gusto, una compasión que es como un lobo royendo tripas y huesos, pero nos alegra su deseo de maternidad.
 Estar con presidiarios duros y canallescos es mejor que estar rodeado eternamente
 de enfermos terminales sin capacidad de reaccionar con ese olor a alcohol destilado de los hospitales.

Nadie quiere ni entender al asesino aunque su condena este sujeta a la reinserción social.
 No queremos ser compasivos con el moribundo ni entender al asesino. No somos compactos con los sentimientos que ablandan.

           Hay una escena terrible de la película El Pisito de García Berlanga,de los años 50 en el que un hombre va a firmar como testigo para que su hermano de unos 30 años se case con una anciana, para heredar un pisito cuando esta se muera.

La mujer de este hombre imbuida de catolicismo, le grita altisonante, tus hijos (cuando nazcan) algún día te lo echaran en cara. Y siguen las recriminaciones y amenazas entre gritos.

Y este melodrama vacío y retrógrado se silencia cuando la mujer parece pensar para ella misma todas las culpas de lo que sus hijos le van a echar en cara. Posibilidades: estar unida en amancebamiento,haber estado con varios hombres en su vida... la necesidad de la culpa idealista, destilada frente a la culpa pedestre ,real , cotidiana a la que nos obliga la lucha por el trabajo y por la vida.

Y este sentido de culpa, absurdo, infantil, daba una extraña intensidad a todo.

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