Siempre la duda de que hay que avanzar
la debilidad y el vacío que nos deja el placer
y solo no puede mirar atrás
el que no disfrutó de ese placer.


 Neruda coronaba de chatarra
de coches los acantilados.
Se despedía solemnemente ondeando
las banderas y no justificaba.

El placer desolado de los cuerpos
el sol sobre el mar
Las noches seguían girando
en el sueño maldito de la eternidad.

No elogiar la brillante
chatarra abollada
como las olas que graban
a fuego tras otras rocas.

Los amores sin la luz del amanecer
que borra el horizonte.
¿Qué será del desierto
donde reptaban tantos nombres?

Los amores son la luz del amanecer
que borra el horizonte,

en el baile agotador
recordaba con amor del oleaje
haber huido a tiempo
clavada la bandera del peaje.

La sonrisa del bebé
no guarda recuerdos,
ni pide el por qué
de vivir el tiempo.

Hay que dar sentido
a las penínsulas sin cruz
desarratadas del sol
y al amanecer de luz.

Infierno de mirar dónde no se debe
y de no huir demasiado a tiempo
y de gritar para evitar la réplica
y de bailar sobre los muertos.