La Península de Oyiyia: El colapso del Estado del Bienestar.

El que lo vio todo desde lo superficial sin enterarse, disperso, contó todos los secretos que pudo sin que nadie lo entendiera,ni le importara, prediciendo el futuro catastrófico que parecía inevitable, sin saber qué exageraba y qué era real. Oyiyia nadie supo bien si es una isla o una península enorme y porosa que sabe despertar inmediatamente de sus falsos sueños y embelesos, por eso ha sobrevivido tantas veces. Calipso solo seduce a los fanáticos más garrulos. Hermes vestido de negro con traje,corbata, y un maletín con varios pens y un bocata de mortadela mira con rencor tan poca eficacia y tanto malgasto. Los cuernos de los centauros brillan con tanta sangre de prejuicios. Hermes duda y renquea el rencor del que ahorra y exige intereses cada vez más altos, no sabe qué tortura infringirá a los más reventados viejos y famélicos. Europa siempre estará aquí, no nos querrá pero no se mueve y sigue ahí. Da igual si nos lo podemos permitir o no, cuando lleguen los recortes sangrantes mucha gente se rebelará para defender sus pequeños intereses,pero la sociedad asumirá paranoicamente lo inevitable. E incluso muchos propondrán nuevos recortes. Las enormes fábricas que van quedando con sus tuberías enormes nos recordarán el potencial de nuestra formación profesional entre el césped eterno y el bosque retorcido vasco. El edificio del Banco de España seguirá allí, la bajada hacia la Cibeles seguirá allí multiplicando edificios de un siglo de Oro rico que apenas existió, que uno quiere recrear con necesidad artística. ¿Atenea intercederá para que haya salvación para nosotros? Eso es obvio,por supuesto que no. No nos llama para invitarnos por Navidad, ni nos felicita por nuestro cumpleaños para fingir que nos quiere un poco. Nunca hay salvación. Solo hay que seguir discretamente hacia adelante y a rajatabla. A veces me pregunto ¿por qué somos así? ¿por qué repetimos esta pesadilla angustiosa, esta inseguridad?¿por qué no aprendemos? Quizá no tenemos a nadie que nos empuje para concentrarnos y realizar grandes proezas cotidianas.