Parece que siempre me niego absurdo
a asumir que no saldrán cohetes
del mar para la luna,
que nunca tendré a nadie
el apoyo de nadie.
Siempre dudando poniéndome al borde
de la quiebra,
con las ansias de la muerte inútil.
Que solo he de seguir
los consejos sangrientos
a mis nefastos impulsos.
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