Es increíble la cantidad de arquetipos universales que llegaron a su plenitud en el siglo de Oro: el Quijote, Cipriano/Fausto,Segismundo, el Perro del Hortelano,el don Juan misógino, Estebanillo González o el Homer Simpsons delincuente del siglo XVII,Lazarillo de Tormes,el Perro del Hortelano,el Bandolero de Tirso, Semíramis calderoniana,o el protagonista de "Castigo sin venganza" que cumple el rígido código del honor español que parece el bushido japonés. y casi todos ellos fueron revisitados porque tenían una mentalidad peculiar contaminada por la moral católica,que parecía imposible volverlos universales.
Pérez Reverte es nuestro polemista agresivo de temas secundarios contra la modernización de los mitos consolidados,o sea nuestro Houellebecq que critica los excesos contra cualquier liebre que se levante del sexismo lingüístico. Se agradece el debate.
Es insólito que no se planteara el arquetipo del colonizador ajeno a su colonia que es mito que quiere plantear Lucrecia Martel con la película Zama. Hermoso homenaje artístico al siglo XVIII hispanoamericano,a los gobernantes que no tenían potencial para dar contenido a un continente inmenso,y en el que se sentían ajenos.¿Quién tiene más mérito un explorador que vaga buscando ciudades de oro o quien crea haciendas, edificios, caminos,catedrales y favorece intercambios comerciales?.Sin embargo, esta gente ha quedado descolgada de la historia y sin reivindicar,aunque creó un superestrato cultural pujante tres siglos después. Interesantes los planteamientos de Lucrecia Martel.
También es insólito que no se planteara el arquetipo del colonizador ajeno a su colonia, lo que refleja como el ambiente creativo de MADRID estaba centrado en si mismo,sin valorar las contradicciones de los hombres de su Imperio.
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