Este soneto sin elogio ni incentivo
nace en tu ojo estafado a la lluvia vidriosa,
¿ el galgo rampante tras su caza ha pedido
que le den el premio de amor de alguna sobra?.
Lluvia de espino es el padre que abandona
y la limosna que da el perdón no perdido,
y tus pechos que nacen de rabia palomas
que mueren sin volar por no tener un nido.
No me apena el dolor real del asesino
que busca de noche pasta para un capricho
sino el que evita su vergüenza que brilla.
Aparta de mi cara los colmillos
de tus pechos que arañan como mininos
en que muere el naufrago junto a la orilla.
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