Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

domingo, 21 de diciembre de 2025

Sonetos

Cual pelícano herido en la ribera, que el pecho rasga con tenaz empeño, y en un gesto de amor, casi de sueño, da su propia sustancia a quien la espera. Así mi alma de sombra se lacera por nutrir este fuego del que es dueño, vaciando en tu cuenco lo pequeño de una vida que en dar se desespera. No queda sangre ya, ni queda aliento, pues todo lo entregué por darte abrigo en medio de la sed y del tormento. Y al quedar ante ti como un mendigo, ni la lluvia para dar tuvo el tiento las manos tan finas sobre el trigo. Bajo el mármol de un hollín ya dormido, su sangre fue la luz de nuestra aurora, frente al tanque cruel sigue siendo tu hora el pan de la justicia merecido. No es silencio su aliento consumido, ni es olvido la paz que nos honora; su espíritu latente nos explora desde el umbral del sol, nunca vencido. Clavada está su vista en nuestra frente, vigía que en la sombra nos reclama ser dignos de su entrega y de su llama. Que su pupila fija y elocuente no deje que el valor se nos ablande, ni el rastro de su gloria se desande. *** ¡Oh, musa del vapor, visión efímera! Surge del agua tibia, piel de porcelana, una estampa hipster, promesa temprana de la gracia que el tiempo punk, devora entera. El baño la corona, pua de primavera, encrespo de un rulo que el ayer desgrana, mas la luz del tatuaje, clara y diáfana, revela un mapa oculto, senda pasajera. Ya no el pecho que ciega, sino el tenue velo de la arruga que marca, sutil y certera, un chiste escrito en carne, bajo el cielo. El espejo devuelve la imagen sincera: una belleza cruel, con su propio anhelo, que tu aura rockarollea a su manera.

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