Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 3 de octubre de 2022

ANFETAMINAS Y ANARKÍA EN EL PAÍS VASCO.

Callen de una vez el ruido insoportable del transbordador. Hoy toca palabras elegidas al azar... "Acepto la conclusión de que nunca habría llegado a ser un buen gamer de videojuegos si no hubiera sido por la muerte de Ale". ¡¡¡Policía!!! ¡¡¡No se lo repetiré más!!!¡¡¡Abra ya inmediatamente o tiramos la puerta de una puta vez!!! gritó por primera vez. Sonaban los golpes en la puerta, la sirena ruidosa del transbordador en la lejanía. De pronto Iosu sintió que era un chófer alucinado. Necesitaba un puro apagado y una gorra militar. Miraba enamorado a aquella Vírgen borracha chorreando sangre y sudando entre sus brazos. Los vidrios rotos de una jarra no solo sangraban los brazos de Iosu sino el cadáver aún ardiente de Aleida que parecía mirarle con desprecio, mientras él la apretaba. Pero su enorme pecho todavía subía y bajaba aunque tenía el abanico de una iguana negruzca con una gran cabeza intentando taponar la sangre del puñal en medio. Estaba restregándose en el árbol rugoso. Una ampolla de azufre ardiente se le derramaba en el pecho. Dejó que cayera sin remordimientos. No podía reaccionar ni responder nada. Estaba desorientado. La ventana abierta era la de un cuarto piso que daba a la parroquia mediomuerta. Veía el transbordador de 20 plantas cruzando enorme por la ventana. Tendría que tirarse pero estaba alto. Si se rompía las piernas no podría salir corriendo. No había escapatoria. Esconderse en el armario o debajo de la cama era muy estúpido. Tenía ganas de darles unos piñazos a la policía a pesar de que se sentía extremadamente débil. BRRRUMP. De pronto tiraron la puerta abajo. Dos gorilas enormes como si acabaran de aterrizar en Marte con antibalas y cascos aparecieron desenfocados. Desde entonces no recordó nada más... Tenía un plan para dejarla en un barrio conflictivo y fingir un robo con asesinato, pero quiso esperar hasta que se secara la sangre y no hubiera nadie en la calle de noche para llevársela. Los gritos avisaron a una vecina que entendió la escena viéndola desde la mirilla. Llamó al 091 la policía y el plan se estropeó desde el principio. Iosu apenas sonreía con orgullo, era alto y delgado, increíblemente pálido y con ojeras. Posaba guapo y solemne. Se hacía la foto del archivo policial antes de que la furgoneta lo llevara a prisión. Mientras iba en la furgoneta preguntaba si se podían tener videojuegos o netflix en la celda, sin mirar por la ventanilla y tapándose. "-La cárcel no es un hotel de lujo" respondió una voz lejana... Semanas después del asesinato de la joven al que la Universidad dio su minuto de silencio, que pocos alumnos veinteañeros respetaron con algarabía, los vecinos retorcidos para rematar el enigma señalaban que era un caso de inmadurez, desechando cualquier conflicto psicológico de grandeza. Tanausú Matos de 28 años seguía estudiando Grado Superior de Sistemas e Informática pero se pasaba las noches jugando a videojuegos y masturbándose compulsivamente. Su vecina Aleida otra universitaria de veinte años, llevaba día no día sí hablando en contra de su vecino acusaciones terribles. Ninguno se dirigía la palabra y daban portazos si coincidían en el portal de hierro de la comunidad. En vez de hablar con el Presidente de la comunidad o llamar a la policía para que resolviera el asunto, Aleida había tocado en su casa cabreada en una ocasión para echarle en cara que ponía la música muy alta a las 24.00 de la noche, que tiraban "cosas" a su solana(posiblemente drogas pero no lo explicitó) y que llevaba tres noches sin dormir. Tanausú en su Cumpleaños salió grogui a abrirle la puerta. Se quedó estupefacto, medio inconsciente respondiendo sí con la cabeza a todo. No solo estaba solo en la vida durante su cumpleaños sino encima tenía que aguantar una bronca. No se paró ahí, le echó en cara que con 28 años no trabajara, que fuera su padre (el de Aleida) el que se tuvo que encargar del funeral de su abuelo paterno (de Iosu) amigo de toda la vida, que había sido hace 5 años porque eran una familia de vagos y pusilánimes. Iosu se quedó sin palabras. La miraba fijamente, bajo el rostro pero no supo qué responder en el momento. El padre de Aleida que venía detrás sonriendo espero una respuesta. El abuelo de Tana fue un empresario del aluminio exitoso y con la Crisis se arruinó, su hijo había crecido con el dinero fácil, solo hablaba de ópera y delirios de alta cultura. Su madre había tenido problemas con las drogas y desórdenes mentales de joven. Se habían despreocupado del hijo aunque eran felices. La madre abnegada había conseguido un buen puesto en la ONG. A veces el padre le decía que se hiciera fontanero pero no por darle un consejo sensato y que colaborara con los gastos, sino para humillarlo en público porque le parecía un oficio "bajo". Tanausú como siempre no reaccionó,no sabía, le tocaban con el dedo y se derrumbaba. Cuando la chica se desahogó de sus gritos se fue con su abanico negro amenazante. Él sigilosamente cerró la puerta sin responder. Se pasó toda la noche amargado repitiendo todos los insultos recibidos, pero no los recientes sino los de toda su vida desde el colegio. Su familia esperaba que durante los interrogatorios fingiera estar enfermo mental a pesar de que fuera extremadamente difícil de conseguir pero no solo no lo intentó, sino que a pesar de algún pantallazo por las drogas, justificó lo más sensatamente que pudo todas sus acciones. Fue catalogado de inestable, extremadamente emocional y de inmadurez patológica,pero que estaba cuerdo. Veinticinco años de cárcel. Rememoraba con orgullo que tuvo fuerzas de darle la puñalada a la primera. Que la arrastró por los brazos, después por los pelos hasta su habitación y que allí la manoseó hasta que esperaba entre los gritos. Parece que eso también era una ficción,pero al principio quiso alimentar cierta leyenda de maldad. "Tengo que aceptar la aterradora conclusión...de que nunca habría llegado a ser un buen gamer de videojuegos si no hubiera sido por la muerte de Ale" dijo a su cuarto compañero de celda. Veinticinco años de cárcel. Mientras subía a prisión en la furgoneta volvió a escuchar el ruido del transbordador. Le costaba reaccionar con el calufo insoportable. Aquella era la lenta recuperación de un hombre hacia la vida, pero esa es otra historia... Días después entre los vecinos de otros edificios nadie quiso hablar directa y detalladamente del asunto, nadie se creía que podía pasar algo así al lado de su casa, sino ¿en dónde estaba la familia de Iosu -una familia tan respetable- que habían desaparecido?

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