Y no replicó ni una palabra.

" Cuando Jesús escuchaba las falsas y terribles acusaciones miraba a unos niños que jugaban sin enterarse y en el público algunos discípulos escondiéndose que dudaban" (Evangelio apócrifo de San Felipe). - ¿Cuándo vuelvas a meterte en otro problema al azar a que amigo culparás de que no te detuviera? le dijo él. - "Este en el sitio ideal con canallas victimistas igual que tú" le respondió ella. Tuvo que adivinar su pensamiento con la música desde la puerta del gym, porque no se atrevía a verbalizarlo pero le echaba la culpa. Allí en la puerta de entrada cambiándose los tacones, mientras un hombre de negocios les vigilaba serio, mirándoles fijamente. - ¿Cuándo, cuándo aprenderás a no ser tan impulsiva? - Me vuelvo a Madrid, estoy cansada de este trabajo, de estar sola en este sitio a miles de kilómetros de mi casa. Cogeré un avión y me iré. Tres semanas después, intuyendo que aquel hombre de negocios había sido la causa que le fuera mal con su jefe en su trabajo, fue a hablar con él. El hombre le levantó la mano para que no se le acercara. - Usted debió hablar mal de mi amiga. Se nota que la miraba con odio. - No, yo la miraba con entre el miedo y la admiración. Porque si hubiese hablado y racionalizado todos sus problemas habrían desaparecido. SOY LA MUERTE, y tenía la misión de consagrar su fin en Madrid. Me pregunté: ¿ cómo podré si esta tan lejos? Y desapareció. Él la llamó temiendo lo peor. Hubo unos momentos angustiosos de espera. Al hablar con ella se dio cuenta que estaba tristona, pero bien y segura con su familia y sus amigos. Entonces entendió lo que es ser un AMIGO, sin acusaciones, aunque ya no sirviera para nada.