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Alicia atraída por la madriguera
jueves, 22 de abril de 2021
Recuerda que para Ella eres importante.
Me costaba creerme que en un mundo sin compromisos, donde a nadie le importa nadie más allá de la familia, de lo verbal o de escribir mensajes fraternales y sin acción en Facebook, pudiera ser trascendente. Me costó creerme que pudiera ser importante para alguien, y menos para Ella que es tan activa.
Pensé: Recuerda sí importa, sí es un detalle, sí es importante, aunque no lo sepas, eso es una suerte y fundamental para ti. Sobre todo con la desgana que tiene es posible que lo olvide o no vaya a vacunarse y a su edad puede ser fatal.
¿Si sus hijos pasan de Ella quien la llevará para asegurarse que se vacuna?
No me pidió ni me insinuó nada, y tampoco suponía ningún esfuerzo, quizá me hubiese gustado que hubiese sido un mayor esfuerzo y una mayor responsabilidad. Pero tampoco, no hubo suerte.
Sin embargo sí lo es. Apenas nos recuerdan lo necesarios que podemos ser para quienes nos rodean. Haz bien tu trabajo aunque no le importe a nadie, y tras despedirte, sonríe satisfecho y te vas.
Si mi hijo SURICATO me mirara con pena yo reaccionaría o le preguntaría. Ser importante para alguien aunque no haya recompensa alguna, porque nos hacemos responsables y trascendentales aunque sea solo en el recuerdo con una sonrisa de esa persona tras muchos años.
Incluso cuando comportarte como un canalla no tuviera consecuencias, salvo el mal recuerdo y un gesto de asco de alguien que en el fondo no deja de ser un conocida lejana.
¿Por qué me levanté temprano, para llevarla y acompañarla al Centro de Salud de Canalejas en la lenta vacunación del Covid?
No soy un mena que necesita un tutor o un padre que lo encarrile en el mundo adulto, ni tengo la suerte de ser un cirujano en el Hospital Insular del que depende un paciente al que le vas a trasplantar el corazón, mi responsabilidad es más pequeña pero "tienes que cumplirla bien" recordaba una y otra vez. Después me dio las gracias, como si hubiese hecho una gran cosa.
Tras todo aquí la gratitud la sentí yo porque tuve la suerte de darme cuenta milagrosamente, por una auténtica potra y casi a pesar de mi mismo, que es fastidioso tener que irte a vacunarte sola, y más a cierta edad. Tenía una misión.
Finiquitada la tarea, volver a mi casa vacía tras cerrar de un ligerísimo portazo la puerta, seguir con mis obligaciones, como quien tras una guerra tenía que volver a su casa y trabajar discreto la tierra.
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