Cuando alguien habla refiriéndose a las cosas como verdades absolutas cuando se esta refiriendo a sus sentimientos,no soy capaz de llevarle la contraria,aunque tengo miedo a no discernir constantemente entre lo que es incoherencia de los sentimientos frente a la verdad. Es como si al llevarles la contraria gritando en público pudiera descubrir la verdad.
Pero como en muchos casos uno no puede descubrir la verdad a primera vista,veo la coherencia de su psicología y solo al final la confronto con la realidad de los edificios,de las personas que caminan y de la luz en las copas de los árboles en la calle.
Es increíble conque facilidad aceptamos a los grandes memorialistas las infantiladas de Kafka,los miedos y teologías prejuiciosas de Fernando Pessoa,la misoginia y soledad clasista de Pío Baroja o Cesare Pavese o la complicación initeligible de Musil. ¿Y quién admira estos escritores? una amplia minoría de lectores exquisitos que en esta ocasión lo acepta todo sin apenas un sentido crítico humano ni filológico a tantos prejuicios,tantos miedos, tanta estupidez envuelta en alta literatura.
Lo que anula nuestro sentido crítico es el respeto y la imposibilidad de réplica ante la sinceridad apabullante.
Un cirujano que al quitar un tumor ha quitado un órgano sano adicionalmente sigue siendo en este caso un cirujano literariamente aceptable.
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