Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

miércoles, 12 de octubre de 2016

La rabia del joven Galdós

¿Por qué?rumiaba una y otra vez dando vueltas.¿Por qué?,¿Por qué yo? ¿por qué?. La madre vestida de blanco y tapada hasta el cuello rígido como de gorguera ponía el grano de café en la moledora,se ponía a darle vueltas para amasar el café haciendo un ruido como de carraca y se imaginaba que lo que desmenuzaba, granulándolo metódicamente, era su corazón.¿Por qué?,¿por qué a mí?. La madre le había descubierto un libro de viajes que había robado de una librería de viejo,lo hojeó por encima y vio que había dibujos de bailes en parejas.Aquello había sido condenado por el Papá y era demasiado así que lo rompió por la mitad con fuerza.Y después lo volvió a partir delante del niño que no supo cómo reaccionar. Galdós miraba a su madre durante horas a lo largo de los días soñando con la capital. Su tío iba allí una vez al año para comprar CHAQUETAS(fracs,spencer o levitas)para renovar la mercancía para la tienda. Sentía que estaba viviendo una locura eterna de la que nunca podría escapar sino con la muerte.¿Por qué yo?,¿por qué ? mientras la miraba,se imaginaba muerto y la madre a su lado llorando y arrepintiéndose de lo cruel,de lo inútilmente cruel que había sido por quitarle su libro con los dibujos de Madrid,la capital,Madrid. Tenía ráfagas de odio hacia su madre y su sentía abandonado como un moribundo que ve a sus compañeros de batalla muertos y a los enemigos pisándolos con sus caballos. Se sentía abandonado aunque intuía que de alguna forma estaba en lo correcto. Llevaba semanas esperando que su tío volviera de Madrid y le contara las cosas extraordinarias,las Exposiciones Internacionales,los conciertos de piano,las tertulias y los inventos que había visto allí. Su madre no le dejaba salir a la calle ni para comprar en la tienda de Triana. Era para que no se relacionara con los pequeños comerciantes ni con los demás que eran de una clase inferior a la suya. "Si quieres hablar de forma patricia como los de tu clase,para que se te quede la cantinela,tienes que estar cerca de los de tu clase". Galdós lo entendía pero a veces miraba por el ventanuco de la cocina y miraba a las jovencitas pescadoras gritando de madrugada y haciendo chistes con sus trajes pobres pero sugerentes,y pensaba: como me gustaría hablar con alguna de ellas. Pero Galdós permanecía mucho tiempo del día con su madre que molía café y distintos granos. Llevaba pensando durante semanas día a día qué regalo le traería a él y a sus hermanos desde Madrid. La miraba con un desprecio profundo que no podía verbalizar,ni menos aún admitir. Tirado en una de las duras sillas de madera se sentía un inútil,sin costumbre de trabajar y un patoso.Un criado una vez mientras ensamblaba un mueble en el despacho prohibido de su padre le dijo al otro criado:"¿ te has dado cuenta de Benito? es un señorito inútil? Y como no sabe hacer nada no hace más que quejarse de pijoterías,y estar todo el día triste para que le hagan mimitos y se fijen en él.Si fuera por mí le daba un puñetazo y lo llevaba al ejército". Galdós que merodeaba escondido desde la puerta se quedó estupefacto. Muchas veces lo habían mirado con envidia y desprecio como el hijo del amo,pero nunca había oído lo que pensaban de verdad. Tras oír esto subió dando taconazos los escalones de madera a zancadas a la azotea donde se quedó encroquillado en una esquina, gimoteando. No tenía a nadie.Hasta los que pensaban que eran sus amigos,su mundo,opinaban que era un inútil. Escuchaba el mar y la sirena de los barcos cuando llegaban. Su madre era tan odiosa,la isla tan minúscula e insignificante. Solo las hazañas de su tío aliviaban la tortura de tanta incomprensión. UNA mañana se enteró mientras jugaba con el musgo en la fuente del patio y veía su chorro que le recordaba a la luz sobre la cara de las vendedoras de pescado de la gran noticia. Su tío iba a venir de visita porque había vuelto de su viaje. Y por la tarde llamó a la campana del portón de madera de su casa antigua. Su tío vestía de blanco con sombrero de Panamá lucía bigote y fumaba un habano.Entre sus brazos llevaba cajas grandes con papel de colores. Eran regalos. Se sentó solemne y empezó a repartir los regalos entre los hermanos mientras hablaba de los cosas exóticas que había visto en Madrid. Benito daba vueltas desde el principio a las cajas como un perro frenético y famélico al que le mueven un hueso. ¿Y mi regalo de Madrid?,¿y mi regalo de Madrid?no sabía ¿dónde estaba su maldito regalo? de aquel titán con el que había soñado durante meses desde que se marchó para ir a la capital. Era un hombre tan extraordinario,hablaba de otra manera,conocía gente muy distinta,los inventos más recientes pero sobre todo había estado en Madrid. Su tío le paró y le dijo: mira Benito tuve que hacer muchas cosas y me olvidé de ti.No te pude comprar nada. Y después se fue junto a su hermano mayor a comprobarle si le encajaba la talla de la camiseta. Benito miró como su madre agachaba la cabeza entre una mezcla de compasión y vergüenza ajena,pero también se fue para comprobar la camisa del hermano mayor. Benito ya era un jovencito y tenía que aceptar estos inconvenientes. No sabía otra vez cómo reaccionar ni dónde meterse. Pensó ir a su habitación pero quería mostrar su irritación,llamar la atención sin tener que dar explicaciones. Había dado vueltas y más vueltas en la cama sudada aquellas noches esperando su vuelta para que le contara sus historias. Había escuchado las campanas de medianoche pensando en él. Y cuando salía a la orilla del mar veía barcos a los lejos que se marchaban para la Península. Has vuelto y te has olvidado de mi regalo¿cómo es posible que te hayas olvidado de mi regalo? vio el tallero y como un criado con pachorra sacaba agua.Entonces pensó, él se cree superior se cree superior porque ha estado en Madrid. Se cree que yo soy un ignorante,que soy un perro que tengo que estar a sus pies para que cuando él silbe me acerque para darme las sobras. ¡Cabrón!.¡Traidor de mieeerda!. Traidor chulillo, galanteador de viejas podridas de balneario.¡Cabrón! -pensó. Entonces se marchó corriendo sin despedirse,subió las escaleras de madera taconeando para molestar y después por las de piedra hacia la azotea. Empezó a gimotear pero no pudo llorar.No pudo llorar.Sin querer le rechinaban los dientes.Miraba a los lados como si quisiera asegurarse que todas las cosas siguieran en su sitio. Allí en la buhardilla entre muebles viejos y ropa vieja con olor a húmedo estaba lo que más quería sus primeros textos y sus primeros dibujos a los que nadie había hecho caso. Abrió una reja metálica del ventanuco y pudo ver el mar más allá de Triana. Dios el mar,el mar como nos aleja de todo. Qué lejos esta todo. Vio un barco rojo mal pintado como salía al mar y notó como la sangre salía a borbotones de entre sus dedos. Se había hecho sangre con la malla metálica. En Madrid tiene que haber mallas metálicas que no harán heridas. Ay Madrid cuántas cosas extraordinarias tiene que haber en Madrid. Y así lleno de impotencia,de rencor,y de hermosos sueños de él paseando por MADRID,se cansó de ver el mar soleado y se quedó tumbado durmiendo en la buhardilla. Madrid,Ma-drid...¿dónde estará Madrid?.

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