La cocaína de mi abuelo emigrante

Negros hundiéndose en sus barcazas junto a cruceros de lujo, ahulagas que ruedas en los flashes de los brujos. Ahora que estás muerto y que puedo inventarme el padre que pudiste ser ni en mentir quiero quemarme. Con la maleta vieja con la tachuela suelta uno sueña en los cañaverales, en los nuevos negocios Con el barco bamboleando como una pelea con una mujer borracha mientras uno busca amor en un bar rañoso. En el mar uno sueña mudo con un trabajo duro bajo el sol del exterminio. Y gimen bajo el sol que intima rayando con sus dientes aluminio en su inútil firma. La mujer que se fue en la calle la oportunidad perdida para siempre dile adiós como a una joven viuda sin pedir hora a nadie. Los gallos kikirikean en mis venas a destiempo y suenan rechinando desolados en la aridez a lo lejos el motor de sueños incumplidos. Tu cobardía,tus sueños,tu sarcasmo, tu falta de impulso para cortar el moflete sonrojado a las niñas. Náufragos de la ciénaga de la sangre que vigila el Egeo es un ciervo en berrea por tus venas de heroína.