Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

viernes, 7 de junio de 2024

EL RUIDO Y LA FURIA. "ES TU MADRE".

"Una epopeya cotidiana arrebatada de amor y generosidad. Una parábola bíblica". Cerré el maletero del coche con tanto rencor que me pillé un dedo. ¡Me cagüen la puta! - solté. Mi madre que se enfadó por el taco, maulló en voz baja: no,no. “En un mundo de egoístas hijos de puta, sé generoso. Es tu madre” -pensé. Aquel era el sueño de su vida, de una vida llena de frustraciones en silencio, de trabajo duro del hambre sin apenas recompensa. Sentía una profunda culpa retrospectiva. Su amiga “organizadora” no le cogía el teléfono supongo que se habría echado para atrás. Aquel concierto había sido su ilusión durante años, se sentía muy sola, y supongo que sin fuerzas, encima dijo que solo iría si iba con sus dos amigas, que a su vez se sentían solas y sin fuerzas para cumplir su sueño. - El dinosaurio se despertó lleno de frustraciones y el mundo seguía allí comenté. Tendría que hacer yo todo el trabajo sin quejarme. Bueno Alfonso, estás de vacaciones, es tu madre, no te costará tanto trabajo y te acordarás de esto toda tu vida. Fuimos a las casas de sus dos amigas y las convencimos de que no podían dar marcha atrás. Ya teníamos los billetes de avión. Me dijeron que estaban tristes, y yo les dije que la tristeza se va cuando entras en acción. Así fue. Cogimos el avión. El Festival de rock ni siquiera era en Europa, sino en Santiago de Chile, y el vuelo fue de siete horas. Llegamos a la marabunta de jóvenes bebiendo. De fondo, escuchábamos y cantábamos “Glory days” de memoria, mientras le hacía fotos constantemente. En el concierto nos encontramos con “la amiga” que no le había cogido el teléfono. La ignoramos. Prefiero una culpable arrepentida a una víctima arrogante, pero tampoco quiso hacer ni un gesto de arrepentimiento humilde. Fueron las dos semanas de su vida. Dos años después murió de sorpresa. Fue una suerte porque consideré que me había portado bien por lo menos para que cumpliera su sueño. Amplié la foto en la que ella sonreía feliz y la puse en el salón. Cerré las cortinas de un golpe. Me quedé dormido borracho en el suelo del salón, como un caballo reventado de la travesía al salir del desierto.

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