Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

sábado, 13 de abril de 2024

Parecía un cuadro de los grandes maestros del Museo del Prado.

Mi sagrada madre tenía graves problemas mentales por eso mucha gente le negaba el saludo. Un día una de sus primas que no sólo no le devolvía el saludo, sino que la ponía a parir a nuestras espaldas,vino a nuestra casa con una caja de bombones,muchas piedras de cristal y una manzana para pedirnos un favor: una intercesión con un primo para conseguir un buen empleo. - Mira, te voy a ayudar todo lo posible, aunque yo sé que después me volverás a negar el saludo. -No, eso no es así, -respondió la prima, es que yo soy distraída, a veces voy a lo mío, y no veo a la gente. Tras conseguir el empleo esta prima dijo que el empleo lo consiguió en realidad por si misma. Nos empezó a devolver el saludo, pero tras algunas veces nos lo volvió a negar como si fuera una adolescente enfadada. Después de eso, mi madre tuvo un accidente de coche y estuvo dos años y medio impedida. En ningún momento recibió una visita ni un saludo especial de ella. Cuando falleció pensé que vendría al funeral pero tampoco,aunque en su momento no le di importancia. Un día me la encuentro por la calle, nos saludamos y después me dice: “manda saludos a tu madre”, cuando posiblemente como era vox pópuli sabía que llevaba un tiempo fallecida. No sé si pensó que como ella era la reina de Saba teníamos que llamarla personalmente como a otras cincuenta personas para invitarla al funeral. Mi madre era una mujer débil que evitaba el conflicto a toda costa, característica que yo tuve que heredar, pero en esa situación no acepté provocaciones. La detuve, y empecé a echarle las verdades a la cara. Pero ante la primera reprimenda se puso a llorar ante mi asombro, dijo que ella apreciaba mucho a mi madre y se fue. Por tanto, no le dije nunca más nada, y empezamos a saludarnos con corrección. Sin embargo, nunca supe su versión de la historia, porque su hijo empezó a mirarme fijamente con odio por la calle. Entonces decidí evitarlos, porque todo iba a ir a peor. Aquel mismo día fue a limpiar su nicho y a llevarle un ramo de flores. Recordamos las anécdotas felices, nos reímos y me fui con una sonrisa. Sentí que tenía que pedirle perdón por no haberla cuidado más. Pensaba que me decía "No te preocupes,sigue trabajando por la vida".

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