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Alicia atraída por la madriguera
jueves, 16 de noviembre de 2023
EL FALSO SALVADOR QUE VINO DEL FRÍO.
El abuelo y el nieto que no se conocían se miraron extrañados en su silla de ruedas y en su cochecito, el niño con enfado. El hombre albañil se casó medio engañado con su abuela que tenía problemas mentales graves en un matrimonio infeliz y parece que para solucionarlo alguna vez la maltrató. Tuvieron 3 hijas que también recibieron y que ya adultas le odiaban.
Veinte años después los padres se divorciaron y su madre se quedó con la casa, pero viendo el padre que también se quedaría con la mitad de sus propiedades rústicas le dijo a su hija menor, la única que había tenido un hijo soltera al que no le dejaba ver: "deja que te haga una donación de mis tierras para que no se lo quede todo tu madre". La hija inexplicablemente, a pesar de su odio, aceptó.
Días después la llamó llorando pidiendo que anulara la donación, vivía en una chabola con un motor para generar electricidad y necesitaba su título de propiedad para que le pusieran electricidad. "Es mi propiedad y lo sabes. Estoy viviendo como un animal aquí en la Cumbre. Ustedes ya se quedaron con la casa". La hija que era de decir las cosas a la cara y en público por muy hirientes que fueran volvió a acceder en silencio.
En la notaría es cuando se vieron por primera vez abuelo y nietillo de 7 años. El niño le respondió con una mirada de odio cuando el abuelo le extendió la mano.
Aquella noche tuvo una pelea terrible con sus hermanas por devolverle las propiedades: "¡Estúpida! te has expropiado tú sola". Cuando su padre la llamó para agradecérselo, ella le respondió con insultos desde canalla hasta mal padre durante más de media hora.
Una semana después se enteró que encontraron al padre muerto de un infarto de miocardio que le había ocurrido aquella noche. Mientras recordaba los pocos momentos felices con su padre se convencía que en el fondo no era tan malo. ¿Cómo actuar?¿vale la pena recordar lo malo de un muerto?
Notó como su hijo se puso a bailar de alegría por la muerte de su abuelo. "No bailes, hijo. Nos quería, la vida se le complicó, no consiguió hacerlo de otra manera. Tu abuelo nunca pudo ser el hombre quiso ser". Al día siguiente cogio las cenizas de su abuelo que nadie había reclamado y su nieto las echó con el máximo respeto en la casa en la que durante años había trabajado para no disfrutarla nunca. Nunca volvieron a hablar de él.
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