Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 30 de enero de 2023

Un artista de la depresión.

Era terrible. Su mujer había muerto en aquel accidente. Y él conducía aunque no hubiese sido su culpa. Me temblaba la mano recordando la hormigonera oxidada rechinando a su lado. Parecía que le respondiera insultándolo mientras él hablaba solo en alto llevándose la contraria. Cuando vi el entarimado flotante de madera natural en que brillaba el sol intenso sabía que en aquella casa de autoconstrucción había problemas graves. Que temprano habría una muerte. Pero ¿y qué?¿no huía yo de la soledad? Ningún albañil especializado como Gregorio podría entarimar tan mal su casa ni llenarla de un polvo lunar que lo alejaba del mundo, con huecos enormes entre tablones desiguales. Podría calcular cronológicamente con exactitud hasta las peleas bestiales y las amenazas que había allí teniendo en cuenta que empezaba construyendo desde las escaleras hacia un patio luz del fondo. Pero cuando murió en el accidente de tráfico por no llevar cinturón su sufrimiento se volvió inútil. Jerder bajó aún más rápido de lo que había subido..."tú llevabas el coche. Tú eras el culpable sin remisión". Jerder había perdido su trabajo y se refugió en su laberinto. Desde allí vendía pócimas para hechizos y consejos para expertos pero aíslado para buscar la paz extrema.Pasado un tiempo supo que no podría escapar de su laberinto, alguien que le infundía un profundo miedo selo impedía. Así solo escribía historias extrañas para que alguien fuera descubriera que estaba encerrado y lo salvara, sin que su guardián se enterara. Empezó a hacer cosas aún más extrañas. Se pensaba que el fregadero era la tumba de su mujer. Recordaba a su bella mujer, extraordinariamente delgada y pálida, con las sienes metidas hacia dentro y unas ojeras terribles, bella pero siempre vestida de negro. Se ponía a discutir con ella y a llevarle la contraria, echándole en cara anécdotas de la juventud. Le quitaron la luz, le quitaron el agua. En un cuantas semanas empezó a sentirse insoportablemente solo. Otra noche eterna de angustia y oido en que pensaba en la muerte escuchó con asco de lejos en un bar reformado de barrio las conversaciones entre dos proxenetas sobre su negocio. A pesar del rechazo atrayente que la humanidad le producía, deseó poder volver a los hombres. Perder sus propiedades mágicas, su hogar, aunque para ello perdiera la cordura. Volver al egoísmoinevitable de los hombres donde cada uno solo puede pensar en si mismo. De pronto, volvió a escuchar las ruedas de los coches, y las ruedecillas de las maletas de los niños que van al cole por las mañanas. Al día siguiente pretendió abrir la puerta con un terrible miedo y odio para encontrarse con su guardián. Al instante olvidó laadvertencia de Rumi de que el contacto con los hombres lo destruiría. Empezó a entender el significado real de su propio idioma. De la lengua en la que escuchaba pero no se atrevía a hablar. Miró el pasillo y no estaba el guardián asesino. Fue bajando inclinado mirando a todos lados escondido a ver si estaba en algún hueco y en cualquier momento podría salir con un cuchillo sanguinario y apuñalarlo. Pero no parecía que hubiera nadie. En la entrada del portal del edificio había un grupo de niños riéndose de otro haciéndole mofa a gritos, humillándolo. Entonces se dio cuenta que había salido en calzoncillos con una camisilla. No había guardián. Con mucho esfuerzo podría llegar hasta el bar que estaba en la esquina de la manzana de enfrente sin que el guardián lo viera. Abrió la puerta de hierro de la entrada. Los niños se quedaron asombrados del estado de aquel señor demacrado. Fue corriendo hasta el bar y cuando llegó pidió una cerveza a las 8:00 de la mañana pretendiendo pasar desapercibido. Cuando se volvió a reflexionar con uno de los parroquianos al que había escuchado de lejos creyó que no había ya guardián alguno. El proxeneta con el que antes se saludaba de lejos por cortesía le dijo: antes estabas cuerdo, has recuperado una esquizofrenia infernal. No sabes lo que has hecho. Entonces vio como la vida seguía, como el mundo seguía lleno con un amor irresistible. Y en cuanto le hicieron la primera broma intentó sonreír y poner su mejor cara. Había que seguir viviendo y mañana a buscar trabajo..."Eso dije yo hace 11 años y aquí sigo" respondió un parroquiano medio uniformado de barrendero dándole siempre la espalda.

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