Literatura/ lengua,cine, música y arte.
Alicia atraída por la madriguera
lunes, 2 de enero de 2023
El Poder o la muerte.
(¡Es terrible y sin embargo siempre tuve remedio, tuve constantes oportunidades una y otra vez, aunque nunca lo creí!).
Este año que empieza voy a cambiar de vida. Voy a dirigirme a primera hora el dos de enero a la estación MIENTRAS pasé el tren frenético, bien vestido con traje y mi maletín como si fuera un abogado solemne y preocupado que va a su despacho, fingiré desmayarme y me dejaré caer a las vías mientras el tren me revienta y me despedaza sin que nadie se de cuenta. ¿Les parece suficientemente estúpido? Pues no. Hace 11 años fui padre. Mis suegros consideraron que como no trabajaba ni tenía estudios universitarios era un indeseable y un hombre sin futuro. Crésida mi novia me alejó definitivamente de mi hija y después me enteré que le dijo que había muerto sin darme explicaciones. Entonces juré por centésima vez que cambiaría de vida.
En estas Navidades, trabajando haciéndome fotos de Papá Noel vi a Crésida con otro hombre,un hombre bien vestido con pinta de psicópata que me miraba fijamente sujetando de la mano a mi hija. Mi madre había muerto hacía unas semanas, no sé. No había podido llegar a tiempo para poder estar con ella. Tampoco mi hermana me llamó a tiempo. No tuve tampoco esta vez fuerzas para echárselo en cara. Entonces recordé la muerte de mi perrita que ha sido el único ser que me ha amado cuya muerte he visto y me imaginaba la de mi madre así. Una muerte parece un suspiro lánguido pero no es como el de un trabajador del campo que tras un día de duro trabajo ve el sol sobre la cosecha, sino un simple fundido negro.
Siempre me gustó el vértigo del tren frenético,porque te evita recapacitar bien.
Ya veía el tren que se acercaba de lejos. ¿Siento nervios en el estómago? ¿los estoy fingiendo? Miro a todos lados como si conociera el sitio pero lo conozco perfectamente. Me tiembla un poco la pierna derecha.
Entonces vi a mi hija que desconocía quién era yo sentándose en mis piernas, pidiéndome unos regalos, sonriéndome. Me guiñó el ojo diciéndome: No te preocupes Papá Noel por los regalos, yo sé tu secreto.
Recordé a mi expareja que no quería saber ya nada de mí, el mar encrispado y mediocre de Canarias, yo adolescente dentro de remolque de trigo con un pala para ordenar el trigo y de lejos el símbolo de los rascacielos de la capital, todo lo que pude haber sido con más trabajo duro, yo siempre antisocial, abandonado, inmaduro o eternamente vago...
Aunque les quise a todos, en cuanto vi el tren llegar no hubo marcha atrás. El gigantesco toro embistió contra el acantilado. Su sangre se esfumó en la espuma. NO QUISE DE UNA VEZ QUE HUBIESE MARCHA ATRÁS. NI UNA SOLA OPORTUNIDAD desechada más... No sé si la vergüenza habría de sobrevivirme. Este año que viene voy a cambiar de vida...
- ¡Papá despierta, despierta! ¡tenemos que ir a comprar los regalos de Reyes que ya es tarde! Mi hijastra se me había tirado encima y había sentido el impacto de su cuerpecito sobre mí. - Sí hija, ya vamos...
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