Ay, Cambridge...
frustra si buscas lo que amaste en los libros
si no mezclas al amor el trabajo duro.
Y la lealtad tras los kilómetros idos
del hambre a otra causa sin futuro.
La bella mujer que ni te saluda
a la que miras fijo como despedida
dirá qué inventos esta patria muda
sacrificó por los recuerdos de la vida.
Un graffiti en la pared un insulto
maldecirán una teoría del universo
y no un beso tarde sin indulto
La angustia recuerda el perdido beso
esta puerta donde mueren juntos
el beso que no fué y la teoría sin deseo.
Recuerda el egoismo de los muertos
el borracho que grita de madrugada,
Y yo sin voz como asesino sin dueño
recuerdo a los que no veían el mañana.
Qué gran ocasión he perdido
por ser mezquino en algo tan pequeño.
Nadie tuvo fuerzas de ver el nido
compulsivo de hambre del cigüeño.
Pero en mí hay lealtad y pena
como un cuchillo que clava las sombras
en la arena y miedo de la azucena
que me indica el camino de la aurora.
Y vuelvo a abrazar la maldita arena
si veo su rostro siempre a solas.
Rumi con sus compañeros
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