Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 29 de febrero de 2024

Dos ruinas circulares infinitas: Estela Canto y Victoria Ocampo.

No me acuerdo si fue en Islandia cuando el viejo escritor quiso ir a una parroquia abandonada fuera de la ruta turística que conservaba un arte sagrado sin valor económico. Los guías cabreados le preguntaron a gritos "¿por qué?". Él respondió que lo hizo para hacerle una broma a Dios y a las mujeres que había amado. Nada aquí es inmediato ni superficial. Tanto Dios como las mujeres eran su refugio para soñar a distancia, para salvarse del mundo, la biblioteca infinita, de la que él nunca consiguió huir. Estela Canto "su primera víctima", su novia platónica, consiguió darle inspiración para unos pocos cuentos y le intuyó para muchos. Una mujer que se sintió usada por los hombres, consiguió vender los manuscritos que tenía de él por una fortuna, lo que ayudó a vivir a su familia. La millonaria Victoria Ocampo, otra mujer que se quejaba de ser usada por los escritores para su revista Sur, dio la necesidad de escribir y publicar a muchos escritores sus cuentos y críticas en la revista. Debe ser la única millonaria de las estancias enormes de Buenos Aires a la que se recuerda 40 años después de su muerte. Sin embargo, María Kodama que era mucho más joven que él, de lo que se quejaba a menudo, fue la única salvo su madre, que se preocupó de él como persona, del anciano solitario y disfuncional. Después de su muerte, muchos la acusaron de haberlo aislado para sus intereses y de haber manipulado su herencia literaria para darse ella misma más importancia dentro de su obra, ya que parece que no tuvo esa consideración en vida. Además pudo disfrutar de la gloria de las lúgubres conferencias de los salones universitarios. AMÓ a aquellas mujeres, todos fueron usados, perdón, quiero decir fueron necesarios, útiles de alguna manera las unas a los otros y todos han trascendido a la inmortalidad. Me lo imagino en aquella ermita, no en los rascacielos de Nueva York donde alguna vez lo invitaron o en alguna gran universidad recibiendo el Premio Cervantes sonriéndose de las críticas, llevándose la contraria con sus conjeturas, y borrando por fin en la arena "el que esté libre de pecado, que tire..."

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