Literatura/ lengua,cine, música y arte.
Alicia atraída por la madriguera
lunes, 15 de mayo de 2023
El infernal libro del agua.
"No podía permitir que mi madre estuviera en la cárcel aunque se lo mereciera, pero..." Hasta ahora todo lo que no podía ocurrir había ocurrido porque era imposible. Era un infierno implanteable.
Mi abuelo era un terrateniente de las medianías de Ingenio y Guayadeque, un día fue al Sur y descubrió los Hoteles turísticos de lujo llenos, pensó que había desperdiciado su vida, así que decidió vender todas sus propiedades y comprar un Hotel. No sabía de negocios, había fracasado en abrir una tienda que lo arruinó en la noche de los tiempos y le había dejado un trauma,pero temeroso de su vejez sin una jubilación insistió cabezonamente en su lucha interna en meterse en un negocio que no entendía.
Así se lo dijo a su mujer: mi abuela, y a mi madre. Al día siguiente apareció envenenado en el vaso de leche de la cena. La Guardia Civil acusó a mi madre del asesinato y me escribió para que "por una vez" la defendiera. Yo la consideraba capaz de hacerlo, y me saqué el billete para volver llorando a la Isla de los cojones de la que ella misma no había salido en su vida. "Aunque no sepa por qué seguro que lo habrá hecho por amor, aunque no la entienda" me repetía.
No podía permitir que mi madre fuera a la cárcel, se había sacrificado toda su vida a pesar de ser de una gran familia propietaria. Solo se quejaba cuando se enfadaba pero con razón. La recordaba en una de las cuevas del abuelo lavando la ropa de todos sus hermanos,matándose a trabajar limpiando la cueva, pero me pagó mis estudios e incluso permitió que en una época tumultuosa desperdiciara una fortuna en placeres sin echármelo en cara. Estuve todo el viaje angustiado,pero sin fuerzas para hablar ni llorar: no podía permitir que mi madre entrara en la cárcel.
El infierno de tu gloria ha pasado por mí. El infierno de tu gloria ha pasado por mí.
Sin embargo, yo tenía 27 años recién licenciado en ingeniería y si me acusaba y me condenaban a 25 años de cárcel me arruinaban toda la vida, Lo sensato era que mi abuela que tenía 80 se declarase culpable, ya le quedaban pocos años, pero era una mujer demasiado orgullosa y mi madre demasiado sacrificada. No se atrevería a pedírselo. ¿Por qué tenía yo que sacrificar toda mi vida que estaba empezando porque ella me ha había dado la mía? Los ataques de angustia se sucedían. Recordaba la escena de mi madre limpiando la ropa blanca todos los días de su vida sin esperar nada a cambio. Era un ángel,una santa ¿pero qué culpa tenía yo?
Hasta ahora todo lo que no podía ocurrir había ocurrido porque era imposible.
Cuando llegué al pueblo fui al cuartel de la Guardia Civil a declarar que yo era el asesino, que me detuvieran. Me daba ya igual todo. El Guardia Civil se sonreía ante mi discurso sin pararme. Al final me respondió que el Juez instructor declaró que mi abuelo se había suicidado. Exhausto del infierno fui a la cueva donde estaba mi madre y en cuanto nos vimos de lejos corrimos a abrazarnos.Los dos caímos de rodillas juntos al suelo, por fin podría vivir en paz sin los delirios de grandeza de nadie.
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