La primera vez.

Reto: Espejismo, Paraíso, Primavera, Oasis. Cuando era niño y bajábamos en Primavera desde la capital y ya veía a lo lejos como un espejismo al Oasis o Charca de Maspalomas ya empezaba a saltar aunque fueran las 10:00 de la mañana para zambullirme en el mar aunque no me hubiese quitado el anillo de oro del dedo. Desde las 10.00 hasta 14.00 en que solo salía para comerme un pollo asado con arena que comía después de masticar un poco mientras con alegría rechinaba la arena en mis dientes. Sentía el clipper de naranja nervioso dentro de mícomo un gatito que te aruña. Después alas 14.30 mirando hechizado muy fijamente el mar, le pedía bastante formal a mi madre volver al mar a coger y arrastrarme de nuevo dirigiéndome con los brazos por las olas y cuando me madre cansada hacía un gesto "como de solo mójate hasta las rodillas que te puede dar un corte de digestión y te vas a morir" me iba corriendo y me zambuía eterno hasta las 19.30 de la tarde en que me gritaba desde la orilla para que saliera de una vez que nos teníamos que ir para evitar la caravana en la Autopista. Las olas eran como unas ruinas arqueológicas solemnes llenas de vida. Mi familia paterna era de un villorrio a unos treinta kilómetros de Madrid, y aunque mi madre no le gustaba, tenía un tío que tras volver de trabajar en el campo me subía en el tractor para llevarme a unas obras de ingeniería que había cerca, y sin darle ninguna importancia como si se limpiara la suela del zapato me decía: aquello que ves en el fondo es MADRID. Y YO dos rayas inclinadas como torcidas de unos rascacielos lejanos que no llegaban a apoyarse con una especie de espejismo de calima del verano. Era la civilización compacta y yo me quedaba parado, como solemne y disfrutaba con el movimiento de las máquinas de las obras, las tuberías enormes y las mallas mientras al fondo seguía Madrid. Había un amor sublime y unas profundas ganas de amar en todo aquello. La pasión, lo infinito y la conquista de la civilización.