La Paradoja del adolescente rabioso Rothbard

La Paradoja del adolescente rabioso Rothbard Estaba seguro que la cara del pasajero que tenía sentado a su lado en el avión que le llevaba a Nueva York era conocida:era George Soros que estaba condenado a muerte por delito fiscal.Si hubiese sido un pederasta o un asesino, o sea un culpable individual, la gente hubiese estado más tranquila de que el mundo volviese al orden,pero no hubiese demostrado tanto entusiasmo,porque todo el mundo le culpaba que su intensa miseria de la Crisis que se había multiplicado por haber votado a partidos que defendían el hechizo Soros. Soros en vez de dedicarse a seguir ganando una fortuna,decidió dedicarse a la política y recordarle a un Occidente prevenido lo egoísta que era. Ya no sonreía porque parecía que tenía un diente torcido y le daba vergüenza,al igual que había engordado y no quería salir a la playa,porque no dominaba sus movimientos y tenía miedo a ahogarse. Todo ello debió encender su frustración que de joven fracasara en política para financiar partidos. Ahora iba a morir por un delito que sus enemigos sabían que era excesivo, que a sus amigos les parecía despreciable y que a sus seguidores defraudados intentaban justificar para que la ideología no decayera a toda costa. Lo que nadie dijo es que según la Ley estrictamente era inocente. Vi a un hombre desorientado,mordiéndose la lengua sin querer al hablar consigo mismo, llevándose la contraria intentando engañarse,no de un delito, sino de acciones que él creía las más nobles, discutiendo brillantemente datos hasta el agotamiento. Cuando llegamos las cámaras desde lejos le gritaban preguntas obvias con doble sentido buscando más y más sensaciones fuertes para los telediarios. Volverlo una víctima antes de matarlo. ¿O conseguiría escabullirse otra vez?