Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

martes, 11 de diciembre de 2018

Tomás Morales y José Asunción Silva.

No es importante,es importante mientras lo vives.Y mientras sabes contarlo.

La sensualidad de la gente de Bogotá actual no tiene nada que ver con los ideales que tenía Bogotá en el siglo XIX,y que seguía manteniendo según García Márquez en su época.

Tampoco Las Palmas del siglo XIX y de comienzos del siglo XX: con su puritanismo rígido, de levita negra y elegante, fuera de lugar y con su apertura comercial pero llena de trabas burocráticas.

Asunción Silva parece un hombre exquisito,pero al expresarse como cuando un preso tras muchos años sale de su prisión de timidez hacia la luz, necesitó ser enfático a través de un estilo modernista nervioso y muchas veces de un estilo estridente poeiano,lleno de amores imposibles hacia mujeres muertas y zonas en estado ruinoso.

El poeta Tomás Morales rodeado de tímidos a los que se acostumbró a arengar consiguió el mismo posmodernismo apoteósico,recreando una España Imperial un poco fuera de lugar y el elogio a la modernidad comercial y publicitaria que nacía.

Quizá el que el genio canario de Benito Pérez Galdós muriera en 1920 en Madrid como un madrileño,agudizó la humilde necesidad en Canarias de tener su genio exclusivamente canario,cosa conmovedora.

Y entre esta necesidad íntima y la admiración por el hombre y su Obra de Tomás Morales forjó la conjetura de que había que hacerle un busto inmediatamente tras su muerte en 1921. La Guerra de Marruecos y el patriotismo español necesitaba símbolos, mientras que la identidad canaria se conformaba con tópicos aborígenes aún un poco primitivos.

Lo que Tomás Morales escribió sobre Canarias es inmediato,sobre sensaciones,recuerdos platónicos encantadores de su infancia en el pueblo de Moya, sobre sentimientos primitivos: a veces dolorosos,a veces prejuicios de época. Lo que Morales escribió sobre la gloria Imperial de España son arrebatos de entusiasmo cuyas causas reales no sabemos.

El poema a la niña de las trenzas rubias y los niños que corretean en el pueblo, casi me duele por su propia insignificante. Como con minuciosas tan significativas uno puede llegar a ser feliz y recordarlo 20 años después.

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