Gritando la dimisión de un ministro
o viendo los pechos de la que taconea,
buscando trabajo sin saber qué desea
lleva la contraria para hacerse el listo.
Impreca que hay que emigrar y el cerebro
entre cables chispea del más brillante.
Y envidia al corrupto rico que al instante
es la carta del tahúr que al golpe enebro.
¿Y a la camarera andrómeda vacila
con qué será infiel a la belleza impía
cuando nadie sacrifica su moldura?.
Y aunque apriete el escote ante la arruga
del espejo de maldiciones no abjura,
no sea que muerta caiga al fin su lotería.
La indignación del parado eterno en las Puertas del VAR. El borracho,parado eterno y profeta de mil hazañas y proyectos extraordinarios flirtea con la camarera, una bella mujer vieja que vuelve de piedra como Venus Andrómeda,por su vejez ajada, y que no reniega de sus maldiciones de algún amor pasado llena de impotencia,por si le toca ver alguna como su última lotería.
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