Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

miércoles, 2 de abril de 2025

La ratonera circular.

Mi madre tenía 71 añitos, estaba bien de la cabeza, pero estaba algo sorda, usaba uno de esos sonotones antiguos que funcionaban a rachas, y veía mal de lejos. Un día tenía que ir al oculista. Esperaba que tardaría más dos horas fuera. Al llegar a casa me la encontré leyendo sola en el salón. - ¿No tendrías que estar con el oculista? - Hijo, cuando llegué el médico me dijo que me sentara para hacerme el examen de oculista. Yo le dije que no podía escucharle, que tenía que hablarme mirándome a la cara y si podía, lentamente. No sé qué pasó, sin embargo, noté que me estaba gritando, yendo de un sitio a otro enfadado, y señalando letras dándome la espalda. Aquello se volvió un infierno. Me levanté y me fui a la secretaria. Le dije que me diera cita con otro doctor, que no aguantaba los gritos de ése. Ella me dijo que la única cita disponible que tenía era dentro de un año y le respondí: -"estupendo, dentro de un año". Y me fui. No tengo edad para estar cogiendo nervios, ni para estar esperando. -¿Pero y si estás mal de verdad? - me da igual. A la mañana siguiente de la secretaría la llamaron respondiéndole que tenía cita en 4 meses, pero con el mismo médico. (Yo había tenido que llamarla a escondidas para que me hicieran el favor y les pedí que no se lo comentaran a mi madre). No obstante, parece que sí lo hicieron, y que hasta bromeó conque su hijo tiene que solucionar las rabietas seniles de su vejez, que parecía una niña. Mi madre estaba cortando una cebolla y se rajó un dedo de los nervios, no dijo nada a regañadientes y aceptó la siguiente cita sin querer buscar más problemas. Mientras se chupaba la sangre del dedo se decía: "por culpa de este oculista, ahora veo peor de cerca. No iré a la próxima cita, me da igual, iré por la privada".

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