Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 11 de julio de 2022

El feliz verano con Nati.

Cuando conocí a Nati no nos despegábamos ni un momento, además ya teníamos una edad como para pensar en casarnos, y la llevaba a este barrio cerca del Polvorín porque tenía alegres anécdotas de las aventis uniformado de mi adolescencia, sin embargo Nati no lo entendía. Aunque era adulto y ya comprendía el dolor de aquella gente los bellos recuerdos siempre me despertaban una sonrisa. Me sentía entusiasmado y pleno. Me acuerdo que había un parque donde se besaban todas las parejas y que iba con un amigo de chicuelo que se ponía a gritarles, hacerles muecas y a reírse de ellas. Una vez un chico se nos encaró y se puso a perseguirnos con tal mala suerte que cuando nos metíamos por un callejón él aparecía por el otro lado como por arte de magia así una y otra vez, hasta que al final nos separamos y huimos frenéticos. También recordaba como después de ponernos al borde de un precipicio arenoso para ver gratis los partidos solo de la mitad del campo del Estadio Insular con todos los borrachos del barrio(nosotros ya éramos universitarios de ingeniería), siempre a punto de caernos 30 metros abajo al Paseo de Chil, volvíamos a este barrio mágico donde encontrábamos a marineros extraviados, y gente peculiar, pero casinunca ligues fáciles (hasta la camarera nos servía y se ponía al otro lado de la barra para no dirigirnos ni una palabra). También recuerdo una vez que hubo una redada de la policía y a algunos los detuvieron entre chistes malos, con harapos casi desnudos. Aunque había algo triste en aquello, también había algo heroico de los buscavidas eternos. 7 años después cuando rompí con Natalia salía desorientado por la noche solo, dando vueltas en la guagua y aunque quería olvidarla volvía a los lugares donde había sido feliz con ella. El gobierno avisó que destruiría aquellos chamizos para hacer edificios modernos y me alegré, pero de alguna manera sabía que mi mundo brillante, las casas de los pescadores con sus redes humeantes para espantar a los mosquitos moría para siempre. Al día siguiente, tenía que coger un avión e ir a la capital para hacer una entrevista de trabajo. Sentía que toda aquella gente con sus egoísmos naturales me protegía desde el pasado como unos padres... Había sido tan tan feliz allí.

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