Literatura/ lengua,cine, música y arte.
Alicia atraída por la madriguera
lunes, 30 de agosto de 2021
Mosquitos venenosos que trasladan la vida.
Traición, sangre y rencor en la saga de los Espino.
"Nunca sabremos lo que se escribe en barro,solo por lo que se grava en mármol" transcrito por David Hume, he cambiado nombres y lugares, y al que obviamente debo todo este relato.
La abuela Mamá Espino era de Agüimes. Recordaba orgullosa con sus dedos ensangrentados de que una de las primeras máquinas de coser que llegaron al pueblo -fruto de una traición ruin e infame- fue la suya. Era la quinta de cinco hermanos y con 27 años nunca había tenido un novio aunque costara creerlo, porque aparte de reclusa era bastante hermosa:blanca,con mucho cuerpo y con unos ojos negros profundos. Cuando sus padres le dijeron que no se preocupara que ella cuidaría de hacerles la cama, limpiarles el suelo y darles de comer se dio cuenta que toda su vida se había basado en una mentira ruin y repugnante, que tenía que deshacerse brutalmente de todo cuanto amaba y que ella quería ser una matriarca constructiva adorada por un marido y por muchas bendiciones que la miraran desde abajo expectantes en busca de comida y de una sabiduría suprema sobre la vida.
El abuelo subinspector de la policía había llegado huido de un pueblo de mala muerte al lado de Alcalá de Henares a unos 30 kilómetros de Madrid, nadie recuerda si para olvidar a una mujer o huyendo de un delito absurdo que al final no le había dado dinero. Se conocieron en una fiesta,donde mi abuelo viendo una belleza confusa y medio esquizofrénica le dijo con un arrebato inhumano algunas frases confusamente fragmentarias y estúpidas. "Aunque sentí odio al verlo y no me llamaba la atención, supe que era él" nos machacaba décadas después a sus nietos asqueados cuando entrábamos a la Universidad para enseñarnos cual era el deber del estudio(?). Mi abuela solo le dijo con una invocación ligera y satánica,como si estuviera rodeado de caballos que uno mira desde abajo, para saber si iba en serio: siempre tuve la ilusión de tener una Singer de último modelo. Le dejó su teléfono lo que estaba fuera de lugar para un desconocido. Obviamente la Singer era escándalosamente cara y no se necesitaba.
Pero él le compró la Singer y se la mandó a su casa como si tuviera que sobornar a su verdugo para salvarle la vida. A partir de ahí empezaron a salir a escondidas como un estratega de una nación derrotada que tiene que pactar con la nación vencedora. Cuando los padres se enteraron que estaba saliendo con un desconocido, la madre la pegó a cachetada limpia y la llamó "golfa y puta y dijo que había deshonrado su casa". Mi abuela se lo dijo mientras se les trabucaban las palabras a mi abuelo claro: "o nos casamos o no me vas a volver nunca". Mi abuelo que casi había venido huyendo de vacaciones, que no sabía que era Canarias y que con 30 años era un niñato que no pensaba en casarse replicó como un Patriarca bíblico sin fuerzas: venga, nos casamos.
De noche, con un vestido negro, a oscuras,con el rostro rígido pero sonriendo de cuando en cuando a su marido para no quitarle el entusiasmo y sin apenas nadie en la parroquia de Agüimes, a 30 segundos de la casa de mis bisabuelos mi abuela se casó,ante el vacío y las espaldas de todos. Sólo se llevó su ropa, parte de sus ahorros que eran legítimamente suyos y su máquina de coser Singer más por orgullo que por necesidad porque no sabía aún coser.
Así trabucando palabras,huyeron de Agüimes sin dar explicaciones ni pedir dinero a nadie, solo volvieron 12 años después con dos niñas y contando vicisitudes extrañas de la capital. Mis bisabuelos que dijeron que nunca se habían esperado la reacción de su hija ni el desnvolvimiento de esta historia, dijeron que todo aquello no había tenido nada que ver con ellos, y que la repercusión de los acontecimientos había sido desorbitada. En la azotea al lado de la lavadora estaba como en un altar la Singer con una foto bellísima de la infancia de mi madre.
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