Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

sábado, 5 de junio de 2021

Por Dios, ¿ alguien habrá que salve a Balzac?

"Dedicado a Norita que recordaba el Pacífico de Chile y a una escritora que desde Florida escribía sobre Cuba, porque ambas me han hecho despertar a Gran Canaria". "El sol de la mañana reverberó en la espada...Ya no quedaba ni un vestigio de sangre" Jorge Luis Borges, no es de "La Historia de el Guerrero y la Cautiva". Prendes se estaba rajando las manos golpeando las lascas porque arrebatado quería hacerle una pequeña hoguera en la playa. Ya había cogido la astucia por la noche en la playa cuando recordaba la muerte eterna de no solo no evitar los ataques de angustia sino provocarlos y aguantarlos unos diez minutos, y después relajado en el sofá recordar cuando paseaba con ella por la playa al mediodía. Aquella playa me recordaba al Andén Verde en Gran Canaria pero también a la maravillosa Varadero de Cuba. Ella le decía cosas para echárselas en cara pero en vez de eso lo que hacía era darse cuenta de que no la amaba, de que era el único que luchaba una y otra vez por un sentimiento que nunca había existido. Sin embargo, entre disgusto y disgusto y entre pelea y pelea absurda, se callaba y se sentía más o menos feliz, o sea aliviado. Recordaba a Stephan Zweig cuando hablaba sobre Balzac. El novelista del siglo XIX no solo era un gran trabajador sino que siempre se metía en proyectos empresariales, que aunque eran buenas ideas, fracasaban. Lo peor de todo es que cuando él fracasaba otro cogía su buena idea, prosperaba y conseguía dinero, mientras Balzac impulsivo y excesivo se llenaba de deudas obligándole a escribir más y más novelas para poder pagarlas. Su amante una Princesa Rusa lo admiraba porque era un Genio pero ni le amaba ni le trataba con humanidad,(incluso antes de morir lo dejó solo),y solo accedió a casarse con él cuando sabía que lo heredaría, y Balzac, siempre con sus prejuicios de campesino venido a nuevo rico, la amaba a ella porque era una Princesa rusa, una pieza de esa aristocracia más allá del género humano. Al final, cuando Balzac murió solo en medio de París, el mismo día su casa se llenó de acreedores para robarle los muebles, los utensilios, todo y cobrarse las deudas. Pobre Balzac, nunca se enamoraba de la mujer correcta ni tenía paciencia en los negocios, solo sabía malvender sus obras maestras. Solo su archienemigo el liberal Victor Hugo quiso ser justo con él, perdonarlo, y decir un discursito fúnebre, emocional e íntimo que aún hoy produce ganas de llorar al genio más amigo de los aristócratas. "No Prendes, haz las cosas bien" se decía. "Cuando vuelvas a la playa hazlo con la persona adecuada". Ella estaba con razón enfadada con él y aunque sentía ver aquella sangre, no dijo nada para consolarlo por vergüenza, también satisfecha como por una benigna y justa venganza. Ambos se entendían y se sonreían con comprensión. Ninguno de los dos era malo. Prendes vio la hoguera que había hecho, sus manos llenas de cortes y se sintió orgulloso de haber tomado por fin su solución tormentosa.

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